"Me comunico así con las personas a las que envío mis correos privados. Correos más de broma y lenguaje jocoso". Así defendía Urdangarin el uso de ciertas expresiones, quizá demasiado modernas, en sus correos. Lo hacía en los juzgados de Barcelona donde reclamaba que no se publiquen correos que afecten a su vida privada.

"He venido a preservar la intimidad de mis correos", añadía el duque. Una lista de correos personales del duque con una mujer en los que no se hablaría sólo de trabajo.

"No le voy a reconocer si yo he cometido o no unas infidelidades. Las infidelidades no se reconocen no le interesan a nadie más", decía Urdangarin ante la jueza. Pero las palabras de Urdangarin no convencía a la magistrada.

La jueza levanta el veto cautelar pero Torres no podrá filtrar más correos íntimos de Urdangarin. Ese es el único cambio. Diego Torres no podrá difundir ninguno de los mails que aún tenga en su poder y que afecten a la vida privada del duque.

Una vida que cambiará en tan sólo unos días. La infanta Cristina pone tierra de por medio con sus hijos y aunque las razones se desconocen, se pueden intuir. Ella seguirá trabajando para la fundación La Caixa pero lo hará desde Ginebra. El Duque se queda solo en Barcelona.