Los dueños de pequeños comercios, los hosteleros, los profesores o los sanitarios son los que, en plena pandemia, están haciendo la vida un poco más fácil al resto de la sociedad. Sin embargo, su situación personal es en muchas ocasiones preocupante.

Jesús es propietario de un bar en Villaverde Bajo. Su restaurante tan solo tiene tres mesas dentro, porque su verdadero valor está en la barra: "Con la restricción de movilidad, aforo, horario y sin barra no sé qué hostelero puede aguantarlo".

Ante un futuro incierto, afirma que es probable que tenga que cerrar el bar. "Por lo menos hasta que nos dejen abrir la barra, porque sino es inviable", ha explicado el hostelero, que ha señalado que el negocio sostiene a su familia.

"Me da vergüenza que esta case política no sea capaz de llegar a un acuerdo para solucionar un problema que no deja de ser suyo, porque no buscan soluciones", ha explicado Jesús, que ha asegurado que los más interesados en respetar las normas son los bares, ya que es su sustento.

Miriam es enfermera en un centro de salud de Mirasierra, en Madrid, y su situación tampoco es mejor. La joven afirma que tras la primera ola decidió ir a la atención primaria, y la situación es de "saturación".

"Somos un centro Covid en el que nos dedicamos a hacer PCR y no tenemos tiempo ni recursos. Estamos atados a protocolos que nos gusten o no vienen desde arriba", ha explicado la joven, que ha asegurado que no dan a basto: "Antes de la pandemia en una tarde había cinco enfermeras, ahora una hace PCR, otra triaje, otra seguimientos... al final se queda solo una para las urgencias".

A juicio de la sanitaria, habría que cambiar los protocolos. "Es verdad que estamos haciendo muchas PCR, estamos viendo familias enteras contagiadas, muchísimos asintomáticos... pero se nos acumulan tanto que cuando les damos el resultado ya están acabando la cuarentena", ha afirmado.

Isabel es la dueña de un herbolario de Getafe, en una de las zonas con restricciones. Por eso, su problema es que muchos clientes no pueden acudir a su tienda.

"El radio de nuestro público habitual está afectado por las restricciones. Nuestras ventas se disminuyen, no podemos dar servicio y al final nuestros clientes se juntan en el transporte público", ha lamentado.

En la primera ola, al ser un servicio de atención primaria, tenía la obligatoriedad de abrir, porque cerrar correría de su cuenta. "Las ayudas solamente llegaban si nuestra facturación bajaba un 75%, que es muchísimo", ha explicado. Sin embargo, ahora la situación es crítica para el negocio: "Veo su supervivencia con incertidumbre. Si tuviéramos rastreadores quizás no habríamos llegado a este extremo, pero ahora vivimos al día a día".

Roberto Soto es un joven profesor de Primaria en Alcorcón. Acude cada día en Metro a su lugar de trabajo, y tiene una persona dependiente a cargo.

"En ningún aula hay distancia de seguridad de un metro y medio", ha explicado el joven, que ha asegurado que en su centro hay "cuatro aulas cerradas y el quipo directivo está funcionando con PCR positivas".

"La Comunidad de Madrid acaba de sacar una orden en la que dice que a los contactos estrechos de los alumnos con PCR no se les hará la prueba", ha explicado. Por eso, dice, vive "con mucha angustia".

"En secundaria es mucho peor", ha afirmado. Y es que asegura "a partir de 3º de la ESO hay semipresencial. La mitad están en casa y la mitad en clase, pero los centros educativos no tienen medios, por lo que estmaos quitando la mitad de la docencia a los alumnos a partir de 3º de la ESO".