España y sus mitos (2ª Parte): El Imperio contraataca
La leyenda del Cid, o cómo la Iglesia exageró su figura para asegurarse peregrinos y donaciones
El mito del Cid asegura que pasó por el monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña, algo que los monjes exprimieron al máximo para darse a conocer. Sin embargo, los documentos de la época ponen en duda esta versión.
Rodrigo Díaz de Vivar conquistó Valencia y sus andanzas se recogieron en miles de versos que hoy día hacen cola para ver cientos de personas. 'El Cantar del mío Cid' cuenta cómo aquel héroe castellano desterrado marchó por el camino que ha tomado laSexta Columna hasta llegar al monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos. Allí dejó a su mujer y a sus hijos.
"Conservamos en la torre del Cid, el elemento arquitectónico más antiguo del monasterio, de tiempos del Cid, o anterior, una ventanita pequeñita y la llamamos ventana de doña Jimena. Según la tradición, desde esa ventana, Jimena despidió al Cid cuando se iba camino del destierro y todos los días subía para ver si volvía", explica Roberto de la Iglesia, abad del monasterio de San Pedro de Cardeña.
Eso es lo que dice el mito, pero del mito al hecho hay un trecho y parece que igual ni siquiera pasó por esas tierras en vida.
"En la documentación de la época de la vida del Cid no hay ningún dato que lo relacione con el monasterio. Tampoco sabemos qué paso con doña Jimena y con sus hijos cuando el Cid estaba fuera. La posibilidad de que se refugiasen, siendo una familia de mujeres, en un monasterio masculino no es absolutamente imposible, pero no parece la opción más obvia", indica Alberto Montaner, historiador y filólogo especialista en el Cid.
Incluso en el monasterio creen que los monjes exageraron la figura del Cid porque así se aseguraban peregrinos y donaciones. "Los monjes medievales alabaron, ensalzaron y estiraron mucho la figura del Cid en buena medida porque era una manera de vivir. Los monjes, entonces y ahora, tenemos que procurarnos la vida por nosotros mismos. A la entrada del monasterio, en vez de poner una figura religiosa relevante como san Benito, o alguien parecido, pusieron al Cid a caballo, incluso lo metieron en un proceso de canonización", destaca el abad Roberto de la Iglesia.
Los monjes no consiguieron que el Cid tuviera su propia estampita de santo, pero esparcieron leyendas como la de que su caballo, Babieca, estaba ahí enterrado. "Cuentan que Babieca estaba cuidado por el escudero del Cid y que cuando murió lo enterró, según esa tradición, a la mano izquierda a la puerta del monasterio entre dos grandes olmos", añade el abad.
La historia llegó a oídos del duque de Alba, que en 1949 dedicó parte de sus dineros a encontrar los huesos del famoso equino. El noble hizo bastantes excavaciones alrededor del monasterio, pero no encontró nada.
Lo que no es leyenda es que en San Pedro de Cardeña el Cid estuvo enterrado más de 800 años. "Sabemos que muere en Valencia en el 1099 y a los tres años lo trae Jimena a enterrar a Cardeña", subraya José Luis Galiana, monje del monasterio de San Pedro de Cardeña.
Por ello la zona es parada obligatoria en el camino del Cid, una ruta que ya promocionaba el Nodo y que hoy revitaliza zonas de la España vaciada. "La figura del Cid sirve para dar a conocer a través de este personaje medieval conocido internacionalmente unos territorios muy diversos, con una historia muy distinta. Es una herramienta de generación de recursos para esos pueblos", defiende Alberto Luque, gerente del consorcio 'Camino del Cid'.
Por su parte, el abad Roberto de la Iglesia insiste en que "la figura del Cid es un atractivo para el monasterio tremenda" y asegura que los propios religiosos se asombran por el fenómeno.
Por otro lado,laSexta Columna desmonta los mitos en torno a la figura del Cid exaltada por Franco y Abascal: ni combatió por la unidad de España, ni realizó ninguna cruzada: desmontamos. Puedes verlo en el vídeo que se incluye a continuación.
Una historia de auténticos espías
No solo fue a Bárbara Rey: viaje a la España de los 90 en la que el CESID espió a mansalva
Columnas de la Historia laSexta columna ahonda en los diarios del jefe de los espías de la época, Emilio Alonso Manglano, para reconstruir cómo el poder se movió entre las sombras para tapar sus vergüenzas o destapar las del contrario.