Este dato demuestra que las consecuencias de la crisis no han sido iguales para todos. En el mercado laboral, los empresarios ganan y los trabajadores pierden.

Estas son las cuatro pruebas más palpables. La primera: bajan los sueldos de los trabajadores. Desde 2010 han caído un 12% de media. La brecha salarial entre el que más cobra en una empresa española y el que menos, aumenta. Según The Economist, un empleado español medio tiene que trabajar siete días para ganar lo mismo que recibe el director general en una hora. En esta clasificación estamos a la cabeza de Europa. Casi cuadriplicamos al más equilibrado, Noruega, y sólo nos ganan Italia y países tan desiguales como Rusia, Ucrania y Rumanía.

Además, la renta disponible de los hogares ha caído un 15% entre 2008 y 2012. ¿Suficiente recorte de sueldo? Hay quien quiere más. El FMI pide que se reduzcan los salarios un 10%. E incluso el Banco de España propone a los empresarios que paguen sueldos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional.

La reforma laboral es la segunda prueba que demuestra que la crisis no la están sufriendo todos por igual. Nace en nombre de la nueva ley sagrada: la competitividad. Ahora las empresas pueden despedir mucho más fácil y barato. Resultado: los ERES han crecido un 56,3%. El empresario puede hacerlo incluso aunque tenga beneficios. Porque ahora basta con que considere que pueda tener pérdidas en el futuro para poder despedir trabajadores.

Y así llegamos al tercer punto de esta lista sobre la pérdida de los trabajadores frente a los empresarios. Ante una reforma laboral tan dura, crece el miedo a protestar. Bormioli es un ejemplo. Es una fábrica de cristal de origen italiano, que exporta a más de 100 países de todo el mundo. Según sus anuncios, son líderes en innovación.

Y como no querían dejar de serlo la empresa se propuso invertir 8 millones de euros en nuevas máquinas. Se reunieron con los trabajadores: o se bajaban el sueldo para poder comprarlas, o hacían un ERE y se despedía. Al final se bajaron el sueldo un 15% y además trabajan más horas al año.

Unas cifras de paro récord en Europa, más despido barato, mas miedo dan como resultado la cuarta derrota de los trabajadores en esta crisis: el empleo es más precario. Desde que se aprobó la reforma laboral, los contratos indefinidos se destruyen a un ritmo muy alto: más de medio millón menos en un año y medio. Y sin embargo, los contratos nuevos que se firman son de peor calidad: sólo el 6’5% de los hechos en diciembre, último dato disponible, eran indefinidos.

El resultado de todo esto beneficia a las empresas: según el Consejo Empresarial de Competitividad, el lobby de las grandes empresas, el beneficio que cada trabajador le da a su empresa ha crecido casi un 30 por ciento desde 2007. Aumenta la productividad pero, ¿a qué precio? "Se están produciendo pobres empleados, y eso en el futuro vamos a tener mucho más. Quieren dejar los salarios de 1.000 euros en 600 ó 500 euros. ¿Qué familia puede trabajar con eso? Nadie, lo que pasa es que trabajan pero son pobres", explica Nuria Alonso, profesora universitaria y miembro de 'Econuestra'.