Óscar, el dueño del restaurante La Fortaleza, se ve sobrepasado por los fallos que están teniendo en el equipo. "Cuando uno da órdenes es para que se ejecuten", explica al ver cómo sus compañeros se enfadan por sus formas.
"Viene a gritar y no escribe bien la mesa", se queja Marcelo.
Alberto Chicote presencia todos los errores y no entiende por qué no delega: "Es imposible que le dé tiempo a controlar todo". Por ello, intenta decírselo pero Óscar no acepta las críticas: "A Alberto, sinceramente, no le hago ni puto caso".
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El dueño de La Fortaleza quiere terminar el servicio y que las críticas y consejos vengan después, ya tarde para los comensales que empiezan a levantarse sin pagar.