Lot Aaraujo, un vecino de la localidad turolense de Fuentespalda, recibió el alta en el hospital Hospital Obispo Polanco, a más de 200 kilómetros de distancia hasta su casa. Entonces decidió coger una ambulancia. Eso sí, horas más tarde, él mismo avisó a la Guardia Civil de dónde la había dejado. Pasó diez horas en el calabozo. Su mujer asegura que fue un show. Todo empezó cuando él se tomó seis pastillas del medicamento para dejar de fumar. "Al señorito no se le ocurrió otra cosa que empezar el viernes. En vez de una pastilla cada dos horas, se metió las seis pastillas", relata.

Así, la mujer asegura que cuando abrió la puerta, entró con cuatro botellas de aceite de girasol. "Eso también es de chiste", añade. Lot Aaraujo asegura que, en el momento en el que montó en la ambulancia, no era él. "Paré en un pueblo porque recordé que me hacía falta", cuenta él mismo a Más Vale Tarde.

Lot asegura que empezó a darse cuenta de la situación cuando la Guardia Civil llegó a su casa. "Les pregunté si me podía duchar y me duché. Bajé y me entregó voluntariamente", relata.