Más Vale Tarde ha investigado casos de cerrajeros que cobran cantidades desorbitadas -cercanas incluso a los 1.000 euros- por abrir una puerta. Pero, ¿qué hacer como consumidores si nos encontramos ante esta situación?

En primer lugar, ¿cuándo se considera que existe una estafa? Según explica Beatriz de Vicente, "tiene que haber un ánimo previo de engaño" que "induce a error a una persona" para que pague. "¿Dónde esta el engaño? En que usted me dice que es un servicio económico", ilustra la abogada y criminóloga.

En este sentido, De Vicente explica que en Madrid, por ejemplo, hay un código de buenas prácticas en materia de cerrajería que establece, entre otras cuestiones, el presupuesto obligatorio y la necesidad de entregar al cliente una factura detallada. "El ciudadano tiene que saber que cualquier actividad que contrate tiene que tener un presupuesto previo", incide la letrada.

"Hay libertad de honorarios, pero si yo te aviso previamente", resume De Vicente, que recalca en que "la diferencia está en si yo te aviso antes de que te voy a cobrar esa barbaridad o no".

Además, la experta aconseja no denunciar al cerrajero, sino a la empresa, ya que "desde el año 2010 en este país pueden ser condenadas las empresas" y si, en cambio, se denuncia al cerrajero, este puede declararse insolvente. "Denuncia a la empresa, porque si se condena a la empresa por estafa, hay cierres, cancelaciones, cese de actividad", señala De Vicente, que agrega que "si se demuestra que la empresa se ha enriquecido con la estafa, puede ser condenada".

En todo caso, si nos encontramos en una situación en la que nos piden una cantidad desorbitada tras el servicio, la abogada aconseja negarse a pagar el importe y animar al cerrajero a que llame a la Policía: "¿Que me va a cobrar usted 1.000 euros? Llame a la Policía, ahora, no le voy a pagar", resume la especialista, que asegura que "no tiene narices de que vayan los agentes de la ley", porque "si no, se acaba en un juzgado".