La pandemia ha disparado los casos de anorexia y trastornos alimenticios en nuestro país. Cada vez se dan más ingresos en centros especializados con estos tipos de trastorno, sobre todo mujeres jóvenes que buscan el éxito pensando que con un determinado cuerpo podrán conseguirlo. Una de las afectadas es Pilar Vega, de 23 años, que lleva cinco meses ingresada. El coronavirus la dejó sin prácticas al acabar la carrera y afrontando una reciente ruptura sentimental encerrada en casa. "Mi día a día era estar encerrada en la habitación llorando", cuenta a Liarla Pardo.

Su preocupación constante por adelgazar se convirtió en una obsesión: "Abría las redes sociales y veía constantemente cómo la gente se hacía unas galletas de avena porque engordaban menos, hacían una hora de ejercicio". Fue cuando incrementó su hiperactividad y no sabía parar. "Me levantaba y hacía ejercicio, me acostaba a las tres de la noche haciendo deporte o moviendo al máximo las piernas para gastar energía", recuerda.