El cardenal Angelo Becciu, exalto funcionario del Vaticano y considerado durante mucho tiempo para suceder a Francisco, ha sido condenado en el primer gran juicio financiero de la historia vaticana. El papa Francisco, meses antes del juicio, lo expulsó y, de manera inédita, cambió la ley para que un tribunal laico juzgara al cardenal. Una medida sin precedentes que arroja luz sobre las operaciones opacas en las altas esferas del Vaticano.

El centro del escándalo radica en las pérdidas millonarias del Vaticano durante el tiempo de Becciu, oscurecidas hasta ahora. Entre 2016 y 2020, la Santa Sede sufrió pérdidas de más de 237 millones de euros, principalmente destinados a inversiones en Londres, como la compra de un edificio por 350 millones de euros. La venta posterior resultó en una pérdida de más de 130 millones, financiando comisiones a intermediarios y desencadenando condenas adicionales en este juicio histórico.

El escándalo se amplía a otras inversiones, desde propiedades inmobiliarias hasta participaciones en películas como 'Men in Black', operaciones opacas que incluyen pagos a intermediarios para rescatar religiosos y el uso de donaciones para costear abogados en casos de pedofilia en Estados Unidos, dinero destinado a la caridad que se desvió hacia inversiones arriesgadas y gastos irregulares, destapando una trama financiera dentro de las murallas del Vaticano.

El juicio ha desvelado prácticas financieras sorprendentes, desde pagos millonarios a intermediarios hasta inversiones temerarias. Las revelaciones exponen la opacidad del Vaticano, cuestionando la gestión de fondos destinados a obras de caridad. Este escándalo histórico deja al descubierto un lado oscuro en la Santa Sede, generando interrogantes sobre la transparencia financiera de una institución milenaria.