Cuando cae la noche, en su segundo día de aventura en La Isla, las mujeres deciden hacer una asamblea para exponer ideas y tomar decisiones. Las habitantes se habían dividido en grupos para buscar recursos con los que poder sobrevivir. Entre ellos, agua, comida y una playa segura en la que acampar durante el resto de la experiencia.
Sin embargo, la reunión destapa una de las primeras diferencias entre las 14 mujeres que les resulta difícil ponerse de acuerdo y llegar a un acuerdo sobre lo que hacer al día siguiente. "Si queréis me callo", espeta Silvia cuando ve que nadie le escucha mientras hace balance de lo que ha visto su grupo durante la exploración.
"Pienso que llevar todo el equipo de expedición es una putada", dice la camarera con conocimientos de caza. Anabel por su parte piensa que la mejor opción es que el campamento entero salga en busca de la playa. "Podemos irnos todas porque los días van pasando y vamos a estar cada día más débiles", comenta. "Ir a ciegas todos, yo no lo veo. Y la selva no está para acampar, tú flipas", contesta Silvia a la compañera.
Pero no es planificación lo que les hace protagonizar el primer enfrentamiento, sino el tema de las lapas que han cogido para cenar. Al parecer, se habían cogido dos para cada persona pero la lapas ya escaseaban y había algunas de las aventureras ni siquiera las habían probado. AnaPi explota: "Yo no quiero. Estoy demasiado cansada y estoy de muy mala hostia. Me voy a dormir, tío", dice mientras sus compañeras intentan que entre en razón.
"No me apetece hablar con vosotras. Estoy de mala hostia y ahora mismo me caéis mal todas menos dos", concluye abandonando al resto de aventureras, alegando que es porque no ha dormido bien. Silvia le acompaña y también se va a descansar.
Otro momento relacionado
No será el único conflicto que tendrán AnaPi y Silvia. Al día siguiente, las aventureras van a buscar ostras y se las comen a escondidas, ajenas a que una cámara estaba inmortalizando el momento. Sin embargo, ellas fingen no haber comido nada y así se lo intentan hacer creer a sus compañeras. "¡Tengo una inquina ahora mismo que les rompía la cabeza a todas!", dice Silvia llorando de rabia para hacer creer que el grupo la ha dejado sin comer.
Por la noche siguen con su actuación e incluso Silvia lanza una amenaza a las exploradoras que se han ido a la playa y no han vuelto. "Bienvenidas a los juegos del hambre, empiezan ya", asegura.
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