Los aparatos obsoletos que logran esquivar los robos terminan en plantas como la que aparece en este vídeo. En España, una veintena de centros ya hacen negocio gracias a la obsolescencia. Lo llaman minería urbana. Materiales como aluminio, cobre, hierro o plástico se convierten en bicicletas, coches, enchufes o grifos.

La ley obliga a que los electrodomésticos con componentes tóxicos sean aspirados y almacenados en depósitos de seguridad. En el vídeo, una trabajadora aspira fósforo, un polvo que es altamente contaminante. Los metales que manipulan pueden provocar graves problemas para los trabajadores.

Sin embargo, el director de la planta de reciclaje, José M. Ferreiro, asegura que los trabajadores que descontaminan electrodomésticos "tienen que portar máscaras que protejan su respiración, gafas, zapatos de seguridad y, por supuesto, guantes" para su seguridad. "Es el requisito para poder procesar todos los residuos", señala.

Es un procedimiento lento, manual y muy delicado, por el que la Guardia Civil investiga a otras plantas de reciclaje. Un agente declara a Equipo de Investigación que tuvieron "conocimiento de que una empresa, en País Vasco, podía estar realizando una gestión incorrecta de los residuos".

Así funciona la planta investigada

"A la empresa accedían camiones cargados con distintos tipos de aparatos sin clasificar y sin asegurar su carga. Una vez en el interior de la planta, los aparatos eran volcados en el suelo con el riesgo de que se produzca la emisión de los distintos contaminantes que lleve el aparato y, finalmente, se procedía al triturado sin descontaminar", asegura. Según el guardia civil, entienden que se actuaba de esta forma "por ahorro de costes, ahorro de tiempo o facilidad de gestión".

Además, el agente advierte de los peligros de triturar un electrodoméstico sin descontaminarlo previamente: "Los componentes peligros pueden acabar en la atmósfera, en el agua o en el subsuelo. O riesgos a las personas en la medida en que esos componentes peligrosos tengan algún tipo de afección a la salud de las personas".

Los agentes realizan una exhaustiva toma de muestras. Descubren que en las aguas del río que linda con la fábrica hay restos de metales pesados que multiplican los niveles medios de la zona hasta en 43 veces.

Viajamos hasta la planta investigada por haber reciclado incorrectamente 2.000 toneladas de aparatos y que sigue en activo. Nos llama la atención la montaña de electrodomésticos pendientes de reciclado. Al acercanos a trabajadores a su salida de la planta, todos se niegan a hablar de la descontaminación de productos.

Un trabajador accede a hablar con Equipo de Investigación

Sin embargo, cuando ya nos vamos de la planta, recibimos un mensaje de un trabajador que dice que ninguno de sus compañeros va a hablar con Equipo de Invetigación porque "se lo han prohibido", pero que él está dispuesto a reunirse con nosotros en otro lugar. Le mandamos la localización y el trabajador accede a venir.

"Circuló un mensaje de que llegaríais vosotros y que no se hablara porque podía haber represalias"

"Circuló un mensaje de que llegaríais vosotros y que no se hablara porque podía haber represalias, que si hablaban lo más seguro es que se fuesen para su casa", asegura. Además, cuenta que las primeras palabras que le dijeron el primer día de trabajo fue que cuando pudiera se buscase otro trabajo.

"Me dijeron que ya lo entendería cuando pasase el tiempo y desde luego que lo entiendo. Los niveles que hay ahí de radiación y de todo son exageradísimos. Te obligan a trabajar habiendo mercurio en el aire, marcando las máquinas 'peligro', y con alarmas apagadas", denuncia.

El trabajador también critica que desde que fue la Guardia Civil "no ha cambiado nada" y muestra impactantes imágenes de fotos que él mismo ha hecho de alcantarillas con "nickel, cadmio, litio altamente peligroso, incluso mercurio líquido".

Sin embargo, a pesar de los materiales altamente contaminantes, el trabajador denuncia que solo llevan "mascarilla de usar y tirar, un pantalón normal de buzo, y una camiseta de manga corta de buzo". "Yo conozco tres personas que se jubilaron y los tres con cáncer y ya te digo que las coincidencias no existen", asegura.

Le facilitamos entonces un kit para determinar el nivel de metales pesados que hay en su organismo. El trabajador se ofrece a hacer la prueba. Una muestra de su cabello determinará si sus condiciones laborales han afectado ya a su salud. Y 15 días después, nos citamos con el médico encargado de analizar las muestras de pelo del trabajador.

Los resultados del análisis

"Tenemos trazas muy importantes de antimonio. Está al máximo de cadmio, al máximo también de plomo y también tiene una toxicidad muy alta por níquel", afirma el médico, advirtiendo, además de que esto puede "desencadenar en enfermedades crónicas de larga duración, como pueden ser las enfermedades autoinmunes, como artritis reumatoide, el Crohn o colitis ulcerosa".

Además, señala que el trabajador ya puede estar experimentando síntomas como "cansancio, dolores de cabeza, insomnio e incluso problemas de memorización o de concentración que a la larga puede aumentar hasta en el extremo máximo un proceso canceroso".