Encarcelados’ se traslada hasta Costa Rica para entrevistar a dos españolas presas en El Buen Pastor. Jacqueline es de Lanzarote y duerme en una cama que no es ni de ella. Sus compañeras casi no la dejan articular palabra por ser tan joven. Una presa habla por ella. Cuenta a la cámara que no tienen sitio para dormir y que muchas tienen que dormir en los baños.

Asegura que hay moscas, cucarachas, comida con gusanos. También hablan de la poca asistencia sanitaria. Mientras, Jacqueline no articula palabra. “Está intimidada”, asegura la reportera. Duermen en un dormitorio improvisado. Antiguamente era un comedor. Duermen unas 74 mujeres en la celda, de las más de 200 que hay en el módulo que comparten tres baños.

Una de las internas que se tapa el rostro le cede la palabra a “la españolita”. Quiere que la dejen hablar y la ordena que cuente su situación. Sin embargo, tardan poco en interrumpirla de nuevo. Otra de las internas tiene un golpe en el ojo. Asegura que dentro del pabellón hay muchas peleas. “Me cortaron por robar”, asegura. Tienen cuchillas, cuchillos, punzones…

Ella está condenada por homicidio. Únicamente le quedan dos meses por cumplir de los ocho años. Cuenta que mató a su pareja. “Le maté con un picahielos”, confiesa. Tiene 33 años y siete hijos, cuatro son dos parejas de gemelos. Ellos la visitan una vez al mes. Se siente apoyada por su familia. La condena por homicidio es corriente en el pabellón.