El jefe infiltrado de Forno de Lugo tenía muchas ganas de compartir unajornada de trabajo con Teresa, porque ella ocupa el puesto de trabajo que más le gusta: el de feriante. "Yo empecé en este negocio vendiendo en las ferias", le cuenta a su empleada, pero no está seguro de que ella dé "la imagen ideal" para trabajar en estos eventos.
"Descuidas muchos detalles", afirma. Héctor Pérez, el dueño de Forno de Lugo, vivió en primera persona estos incidentes, ya que se infiltró en la empresa bajo la falsa identidad de un aprendiz. En esas horas, Teresa se quedó sin cambio, se fue del puesto dejándolo completamente solo y además, regaló bolsas de plástico a los clientes. "¿Sabes que eso está prohibido por ley? ¿No es mejor regalarle una rosquilla u otra cosa que saltarse la ley?".
Llega el momento de hablar y hacer frente al momento más tenso que vivieron en la feria. "¿Cómo se te ocurre no aceptar la devolución de una empanada que lleva pimientos a un cliente que te está diciendo que es alérgico a los pimientos?", le pregunta. "No supe reaccionar porque no sabía qué hacer, la verdad", reconoce Teresa.
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Sin embargo, Héctor cree que es "muy buena vendedora". "Te lo digo de feriante a feriante". Su empleada le asegura que le encanta su trabajo y que es feliz con lo que hace. "Eres admirable".
"Le ha dado una patada al protocolo": el tenso desencuentro entre un cliente y una empleada en El jefe infiltrado
El jefe infiltrado de Forno de Lugo está feliz en su puesto favorito de la empresa: feriante. Junto a Teresa, acude a uno de estos eventos para vender su producto. Todo va sobre ruedas hasta que la empleada tiene un rifirrafe con un cliente.