Sara García tiene 26 años y ha sido víctima de violencia de género en más de una ocasión. Con tal solo 16 empezó una relación que poco a poco se convirtió en una pesadilla. Su madre ya había sido víctima de violencia de género y pensó que nunca le pasaría, que ella era muy fuerte, pero ocurrió.

Empezó a salir con un chico diez años mayor que ella, con antecedentes de maltrato a otras mujeres. "Primero parece el hombre de tu vida, que viene a cuidarte y salvarte. Cuando salíamos de fiesta me controlaba mucho a quién saludaba, si bailaba... fue controlando hasta que a los seis meses me dio el primer bofetón", ha contado en una entrevista con Andrea Ropero.

Ella, reconoce, no era consciente de la manipulación del teléfono o las amistades, "pensaba que lo hacía porque quería lo mejor para mí". Pero entró directamente en "un infierno". Tras el primer bofetón llegaron más golpes, pero la relación no se cortó, incluso se fueron a vivir juntos, y ya sí, "por cualquier tontería ejercía la violencia física".

Sara fue maltratada durante tres años y medio. Normalizó comportamientos y dejó de verlos como graves, ha explicado, porque cuando estás en esa situación puede costarte mucho ver qué es lo que realmente ha pasado.

Llegó a denunciar dos veces. La primera, cuando vio que iba a perder a su madre y sus amigas, que se pusieron de acuerdo formando un circulo de apoyo. Pero ella volvió con él porque "pensaba que no habría otro" que la fuese a querer así.

Finalmente, tomó la decisión definitiva de alejarse y volver a denunciar cuando por bailar con un chico una noche le pegó una paliza brutal. Su compañera de trabajo le dijo que a la siguiente la iba a matar, que tenía que acabar la relación. Entonces él fue condenado a dos años de prisión.

Pero al poco tiempo, Sara volvió a tener una relación con un chico que la maltrató psicológicamente: "Me tiraba la ropa por el balcón para humillarme", ha contado. Denunció y volvió con él. "No podía dejarle y no tenía ganas ni de vivir".

Entonces, tomó la decisión de huir. Defiende que "a veces huir no es de cobardes, es lo más valiente que podía hacer" y así se fue a Inglaterra, conoció gente, hizo amigos y empezó a ser feliz.

Ahora da charlas con la asociación Anabella a la gente joven, muchas de las cuales se sienten identificadas cuando escuchan su historia. "Muchas chicas rompen el silencio y muchos chicos se dan cuenta de lo que están haciendo y piden ayuda. Se dan cuenta de que no es un juego y que la violencia de género sí que existe", mantiene la joven.

Su mensaje para todas esas chicas que estén pasando por esto es el siguiente: "Les digo que el abuso y el maltrato no es amor, el control no es amor, los celos no son amor, la manipulación no es amor. El amor te da libertad, confianza y te hace feliz. Que sepan que no están solas y que pidan ayuda porque la hay y hay salida".

El 016 es el teléfono de atención a las víctimas de violencia machista. Está disponible 24 horas al día los 365 días al año. La llamada es gratuita y no deja huella en la factura, aunque hay que eliminarlo de las últimas llamadas.