A pesar de que no había pruebas, la consejería de Sanidad decidió cesar de forma fulminante a Luis Montes como coordinador de urgencias. Luis Montes se explicaba así el 29 de marzo de 2005: "Todos los trabajadores del hospital Severo Ochoa consideramos que hemos actuado con total responsabilidad con nuestros pacientes y en situaciones similares repetiríamos cada una de las actuaciones".

Se abrió un debate en el que se intentó confundir a la sociedad con la sedación y la eutanasia. Ana Pastor entrevista a Miguel Ángel López que trabajaba en el equipo del doctor Montes cuando se produjeron estas acusaciones: "Hay gente que en contra de la eutanasia y mezcla todos los temas para confundir al personal. Con la sedación tú no buscas la muerte de un paciente. En cambio en la eutanasia es cuando la muerte la ha solicitado alguien", explica López.

López explica lo que sucedía en realidad: "La contestación de todos los familiares es 'lo que quiero es que no sufra'. Les enseñábamos un consentimiento informado que habíamos hecho nosotros. Ellos lo leían, firmábamos los médicos y algún familiar. Si en algún momento ellos quería anular el consentimiento, lo podían anular".

Las graves acusaciones contra el equipo de urgencias convencieron a algunos y generaron un clima de crispación, aunque los ataques contra Luis Montes y su equipo también provocaron una oleada de solidaridad en un sector de la ciudadanía.

"Ellos no solo estaban preocupados por su familiar sino que te preguntaban si tú como médico no tendrías problemas. Yo les decía, mientras no venga la guardia civil y me saque esposado yo seguiré haciendo mi trabajo. Y eso nunca pasó", asegura.

Después de tres años de lucha en los tribunales la denuncia se archivó y los médicos quedaron absueltos, eran inocentes. "Luis lo peor que llevaba era ver como puteaban a la gente que había trabajado con él y además que nos habíamos dejado la piel. Cualquiera que hubiera mostrado cualquier mínimo apoyo a Luis pasó a estar en una lista negra y a la mínima oportunidad se le echó".