Enfrentada a la necesidad de garantizar la seguridad del público sin perder su atractivo, la Torre Eiffel pone en marcha un nuevo perímetro de protección que busca evitar las aglomeraciones y estar a salvo de posibles atentados.

Los ataques yihadistas de noviembre de 2015 llevaron a las autoridades locales a replantear el dispositivo existente en sus principales monumentos y este proyecto, en manos de la agencia Dietmar Feichtinger Architectes, fue una petición expresa de la Prefectura de Policía.

Un gran muro de vidrio de tres metros de alto cubre la parte frontal y posterior, mientras en los laterales, donde están los nuevos accesos de los visitantes, se han erigido sendas vallas de otros 3,24 metros, con un diseño inspirado en el de la torre y que no tapan la visibilidad del recinto pero lo protegen de intrusiones.

La torre se encuentra entre la plaza de Trocadero y la Escuela Militar, en plenos jardines de los Campos de Marte, y el principal desafío a nivel estético, según explica el arquitecto chileno José Luis Fuentes, a cargo de la reforma, "fue mantener la transparencia y la presencia de ese eje".

Hasta ahora, todo aquél que quería disfrutar de las vistas desde lo alto del monumento accedía a alguno de sus pilares de entrada directamente, lo que en las esperas congregaba debajo del mismo a una gran cantidad de gente. El nuevo diseño cuenta con dos puntos de acceso en los laterales de los jardines, con cinco puertas de entrada cada uno, todas ellas en vidrio, dotadas de arcos de seguridad y personal para registrar los bolsos. Otros dos puntos de salida, con tornos igualmente transparentes, ayudarán a gestionar los flujos.

La explanada se había cerrado en junio de 2016 por la amenaza terrorista y, aunque desde marzo turistas y visitantes se desplazan ya por parte del nuevo circuito, las obras está previsto que acaben totalmente en septiembre. Hasta entonces, el trabajo de medio centenar de obreros recuerda, según Bernard Gaudillère, presidente de la empresa que gestiona el monumento (SETE), que este acomete "una transformación profunda de sus condiciones de explotación".

"La experiencia será más agradable y diría que incluso más romántica que antes", dice en referencia a la recuperación de sus históricos jardines, incluidos en el nuevo perímetro protegido y relegados a un segundo plano con las medidas provisionales de seguridad. Sus dos hectáreas de superficie, con dos lagos, cerca de 2.000 arbustos, 20.000 plantas y dos árboles centenarios formarán parte después del verano de los atractivos de la zona, imperdible en cualquier recorrido turístico.

SETE, compañía pública cuyo capital está en manos de la ciudad y del departamento de París, presentó el avance de esas obras, para las que se han destinado 35 millones de euros y que salieron a concurso en enero de 2017. La Torre Eiffel registra anualmente entre seis y siete millones de visitantes, y este lavado de cara era necesario en un momento en que la capital se dispone a albergar grandes acontecimientos como los Juegos Olímpicos de 2024.

La empresa admite que la logística desplegada ha sido considerable para cumplir los requisitos en materia de seguridad. Requisitos a los que se añade la presencia de personal armado y de un nuevo dispositivo de venta de entradas que espera que a partir de este mes de julio la mitad de los billetes se compren ya por internet, hasta llegar al 80 % en dos años, lo que contribuirá a reducir las colas y, por tanto, posibles altercados.