Débora tenía 15 años cuando estaba en una fiesta familiar en 2012 y decidió hacerse un selfie con unas gafas de sol puestas. La joven compartió la imagen en su cuenta de Facebook. Sin embargo, pocos días después, se dio cuenta de que la foto estaba siendo compartida por desconocidos, tal y como publica la 'BBC'.

No tardó en darse cuenta de que, tristemente, su imagen se estaba convirtiendo en meme y de que, en tono de burla, comenzaron a llamar a Débora 'la diva de Oakley' (una marca de gafas de sol), por su apariencia física.

Sin embargo, mientras el selfie generaba muchas risas entre quienes lo compartían, la menor lloraba en su cuarto de un barrio de Sao Paulo, Brasil. Tanto le llegó a afectar que la joven se encerró en su cuarto para que no la reconocieran, dejó el colegio y llegó a pensar en el suicidio.

"No tenía fuerzas para nada. Solo lloraba y lloraba y me culpaba por haber compartido esa foto", ha contado la joven a la 'BBC', que ha lamentado, además, que se "sentía fea y humillada". "No tenía motivos para vivir. Estaba deprimida por todo lo que estaba pasando", ha reconocido.

Hacia mediados de 2014, el ciberbullying contra Débora terminó. "Poco a poco, el meme fue perdiendo gracia para las personas y dejaron de compartirlo. Entonces fue cuando comencé a vivir mi vida de manera normal", ha recordado, asegurando que su "autoestima fue mejorando". Además, a pesar del retraso en las clases, pudo terminar sus estudios secundarios. "Fue importante para mí porque fue como volver a empezar a vivir", ha contado a la 'BBC'.

Hace unas semanas, siete años después, Débora vio cómo volvían a utilizar su foto para un meme en las redes sociales. Ahora, con un hijo de tres años, está buscando la forma en que esta nueva oleada de memes no la afecte como antes y, en lugar de esconderse, ha asegurado que va a demandar a las páginas que utilicen su foto. "Me di cuenta que yo no era el problema. No voy a aceptar que vuelvan a hacer todo eso que hicieron conmigo hace siete años", ha afirmado.

Para el psicólogo Marck de Souza, el tema es bastante preocupante por el alcance que puede tener la difusión de las imágenes. "Las redes sociales pueden tener un peso muy grande en la vida de una persona. Esa ridiculización de alguien, que antes ocurría pero en menor escala, ahora tiene unas proporciones mayúsculas, porque basta un clic para compartir una foto", ha señalado.