La Unión Europea, el Ministerio de Sanidad o las Comunidades Autónomas aún no han dado instrucciones de qué hacer con los productos alimenticios que se han retirado del mercado por tener carne de caballo y no indicarlo en su etiquetado.

Legalmente no se sabe qué hacer con toda esa comida, si tirarla, reutilizarla, destruirla o donarla a bancos de alimentos.

La empresa EMCESA acumula en sus cámaras frigoríficas 10.000 kilos de hamburguesas congeladas a la espera de poder donarlas. Aseguran que las hamburguesas solo contienen trazas de carne de caballo y que están en perfecto estado para consumir.

La empresa ha pedido de manera informal una autorización a la comunidad de Madrid para entregar las hamburguesas a un banco de alimentos, pero la administración aún no ha respondido. Para estas hamburguesas hay tiempo porque el producto conserva sus propiedades hasta 6 meses.

No ocurre lo mismo con los raviolis y los tortelinis que Nestle ha retirado de los mercados por el periodo de caducidad y porque se rompe la cadena del frío. Por ello, toda la pasta será destruida.

Desde el banco de alimentos dicen que Sanidad debería pronunciarse. Pero la única respuesta del ministerio a la crisis de la carne de caballo es remitirle a su normativa de consumo, la que obliga a retirar el producto si hay errores en el etiquetado.

Ni este ministerio ni la Unión Europea se han pronunciado sobre la calidad de la carne y si hay o no riesgo en su consumo. Por ello ni siquiera ellos están seguros de querer conservar el producto o destruirlo.

Las autoridades deberán pronunciarse pronto al respecto y dar intrucciones si quieren evitar que toneladas de carne pasen de ser comida a ser basura.