A Jonathan Moya se le acusa de comprar un coche por 9.000 euros que nunca llegó a pagar, y revendérselo a otra persona por 5.000 en mayo de 2008. La sorpresa se la llevó el comprador final cuando la guardia civil contactó con él y le comunicó que el coche era robado. Durante la vista, no ha tenido reparos en asegurar que quien realizó la estafa fue su hermano y no él.
Es el primero de los cuatro juicios que tiene pendientes por la presunta comisión de delitos de apropiación indebida y de estafa, y por los que la Fiscalía pide para él penas que suman nueve años y seis meses de cárcel.
Está en prisión desde el día que encontraron el cadáver de la niña en el interior de una balsa de riego a tan sólo 500 metros de su finca familiar. La pequeña, de 16 meses, permaneció en paradero desconocido durante ocho días.