El odio se ceba con la comunidad musulmana. Hay manifestaciones contra sus mezquitas en las que se puede leer en pintadas frases como: "Fuera moros de nuestra tierra". Pintadas contra su religión y ataques salvajes como el de Adil Sabil.

Hace unos años, a este musulman, le quemaron la cara con ácido cuando salía de rezar en Albacete, que asegura que igual que le tocó a él, "mañana le puede tocar a un niño o una mujer". Desde el atentado al Charlie Hebdó, España vive una ola de islamofobia. En especial en comunidades como Cataluña, Andalucía o Valencia.

Como asegura Amparo Sánchez, de la Plataforma contra la islamofobia, "en 145 días se han duplicado los ataques que tuvimos en todo el año anterior". Las amenazas las reciben incluso por cartas en las que los que amenazan mandan mensajes como "del velo y las chilabas también os vais a enterar. Nuestras brigadas ya se encargarán de quitaros esos ropajes primitivos".

Las mujeres sufren la mayor parte de los ataques. Ferdaus Oulad, musulmana agredida se define como "un punto negro en un lienzo blanco por llevar hiyab". Un grupo de personas insultó y agredió a Ferdaus y sus amigas, "le dieron a mi amiga en el ojo izquierdo, y se formó un alboroto tremendo en el que nos insultaban diciéndonos hija de puta, vete a tu país".

Ya se han creado fiscalías específicas para los delitos de odio, el ministerio del Interior ha formado a más de 20.000 agentes para identificar los delitos de odio. Pero para la policía la solución pasaría por crear una ley integral contra la discriminación.

Aunque el reto de las instituciones es, como explica el vocal del Consejo General del Poder Judicial, Fernando Grande-Marlaska, "favorecer las denuncias y que las víctimas se sientan respaldadas", porque sin denuncias no hay condenas, y sin ellas, el odio al diferente no tiene límites.