Es el resultado de un estudio realizado por Fundación ONCE e Ilunion que bajo el título 'Familia, Centros Educativos y Accesibilidad' explora la realidad de personas como Juan Carlos, padre de una niña de seis años que se ha perdido desde la primera reunión en que enseñaron las instalaciones donde su hija pasaría casi todo el día hasta funciones en las que ella participaba por falta de rampas y ascensores.
"Pregunta por qué no he ido a esto o a lo otro y tengo que decirle que es porque no he podido subir. Ya empieza a ser consciente de que las escaleras no son buenas y que su padre necesita una rampa", explica Juan Carlos.
No es un caso aislado. El informe revela que si un 31% tienen dificultades para acceder, comunicarse o informarse del día a día del centro educativo a causa de su discapacidad, un 26% se ha sentido alguna vez directamente desfavorecido a la hora de participar por la misma razón.
Además casi cuatro de cada diez padres y madres consideran que la accesibilidad del colegio de sus hijos es mala o muy mala y eso que en la mayoría de los casos, 68%, se trata de centros ordinarios de titularidad pública. Son los que según los encuestados, presentan peores condiciones en este sentido: "Lo reclamas, hablas con el AMPA, con la dirección del centro y lo primero que te dicen siempre es que es un colegio muy antiguo”.
Otro caso es el de los padres y madres con discapacidad visual, así como los afectados por una discapacidad auditiva que se topan con barreras: "La principal dificultad para los padres o madres con discapacidad auditiva es la de comunicarse con algunos profesionales del centro educativo".
Las personas sordas signantes que llevan a sus hijos a centros públicos ordinarios, echan en falta un intérprete o una persona que sepa Lengua de Signos para poder informarse y comunicarse de forma más fluida en el día a día.
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