Emma es el nombre de la niña que fue concebida en Tennessee desde un embrión almacenado en octubre de 1992, hace un cuarto de siglo, un año y medio después de que naciera su madre, Tina Gibson. "Este embrión y yo podríamos haber sido grandes amigas", comentó Gibson, quien señaló a la cadena CNN que ella "simplemente quería un bebé" y que le "daba igual si era o no un récord mundial".
La madre incidió en que estaba muy "agradecida" y calificó a su hija, que pesó algo más de tres kilos y midió 50 centímetros de altura, como un "precioso regalo de Navidad". Tina Gibson quedó embarazada el pasado marzo después de que el embrión fuese transferido a su útero. El padre, Benjamin Gibson, de 33 años, aseguró haberse enamorado de la pequeña nada más nacer el 25 de noviembre pese a que no compartan genes.
El director médico del Centro Nacional de Donación de Embriones de Knoxville (Tennessee), Jeffrey Keenan, consideró que la historia de Emma es una "llamada a todas las parejas que tienen embriones almacenados a largo plazo a pensar en esa opción de 'afirmación de la vida' para sus embriones". Previamente a este caso, la máxima antigüedad con la que un embrión congelado había resultado en un nacimiento exitoso había sido de 20 años.