Ha costado diez días convencer a Europa, pero los 62 migrantes a bordo del Alan Kurdi ya pisan suelo maltés, tras el acuerdo entre cuatro países europeos: Francia, Alemania, Portugal y Luxemburgo, que serán sus países de destino.

Llevaban más de una semana esperando puerto en condiciones muy duras y durante ese tiempo ha habido tres evacuaciones de urgencia.

El buque humanitario de la ONG Sea Eye no ha podido arribar a puerto, pero un equipo de la guardia costera maltesa ha trasladado en lanchas uno a uno a todos los migrantes hasta la costa.

Fue Alemania la que hace una semana pidió ayuda a la Comisión Europea para coordinar la reubicación de migrantes. Italia, por su parte, se ofreció a ayudar a las dos madres y a sus dos hijos a bordo, pero no a sus maridos.

Ninguno se quedará en Malta, es la condición que ha puesto el Gobierno maltés para poder evacuarlos, que se queja de la presión recibida y asegura que su país no puede soportar esa carga.

Los migrantes fueron rescatados por Sea Eye en Libia, donde algunos llevaban varios años atrapados. Precisamente, el último informe de la ONG Médicos sin Fronteras habla de 1.300 migrantes encerrados arbitrariamente en centros de detención, atrapados entre las bombas y, en muchos casos, sin comer ni beber durante días.

Ahora, descansarán en tierra firme, una buena noticia para los migrantes y quienes defienden sus derechos, pero también para el ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, que celebra haber cumplido su promesa de que ninguno de ellos sea recibido en Italia.

Sin embargo, un nuevo buque, el italiano Mare Jonio, desafía a su gobierno y anuncia su salida hacia una nueva misión.