María no enseña su cara porque sabe que su expareja aún le busca. "Tenía que salir desde las cinco de la madrugada hasta las 10 de la noche en Montera, de madrugada se gana más dinero", explica.

Su pareja la trajo a España sólo para prostituirse. "Me daba palizas y me amenazaba", añade María. Ella consiguió escapar, pero no todas lo hacen.

Los proxenetas utilizan la técnica del 'lover boy', engañan a las chicas haciéndolas creer que son sus novios. Muchas veces las dejan embarazadas para poder probar así su supuesta relación.

"Muchos abogados quieren derivar la explotación sexual a la violencia de género", explica José Nieto, inspector jefe de la Policía Nacional.

Las penas por ambos delitos son muy diferentes. Por violencia de género un proxeneta puede que ni entre en la cárcel, si le juzgan por trata le pueden caer hasta nueve años.

Las mujeres son sobre todo de nacionalidad rumana. "Están buscando a niñas y a mujeres especialmente vulnerables y de zonas muy del norte y rurales", afirma Rocío Mora, directora de la Asociación APRAMP.

La formación en los países de origen y la cooperación internacional es la única fórmula, dicen, para acabar con esta esclavitud del siglo XXI.