Izam tuvo que utilizar durante meses los baños de discapacitados en su instituto. Es un hombre transexual, pero sus compañeros no querían que entrase al de chicos ni al de chicas: "Tenía que soportar insultos como que no tenía una pareja heterosexual, que era una pareja de lesbianas, que nunca podía ser un hombre, que era un marimacho, que era un experimento, un laboratorio".

No es una excepción, a falta de una ley integral de transexualidad en España el uso de baños y vestuarios queda, la mayoría de las veces, a criterio de los centros. "Seguimos encontrando colegios en los que los niños, niñas, jóvenes y adolescentes transexuales tienen que cambiarse de colegio ante la negativa de sus centros de estudio a permitirle el uso de baños, vestuarios, uniformes o incluso su nombre según su verdadera identidad de género", cuenta Isidro García, gerente de la Fundación Daniela.

Y la discriminación no sólo sucede en la adolescencia, Francisco oculta su rostro en su testimonio porque también la sufrió: "A mí me han echado de aseos de mujeres porque se pensaban que era un hombre y me han echado violentamente, me han sacado con violencia de un aseo o alguna mujer ha salido corriendo asustada, qué hace un hombre aquí".

Los transexuales reconocen que la relación entre empresa y trabajador transexual todavía es un asunto pendiente, por eso han publicado una guía. "Lo que le decimos a la empresa es que tiene que respetar el deseo de la persona transexual, es decir, el uso del cuarto de baño, de ropa de trabajo, de vestuario, de acuerdo al sexo sentido por la persona", explica María José Marín, secretaria de Igualdad y Política Social CCOO. El objetivo es evitar así todo tipo de prejuicios.