El calor de un pozo de ventilación del metro es lo que ayuda a dormir y a combatir el frío a Mohammed y a Mustafa, dos jóvenes migrantes que a los 18 años salieron del centro de menores de Hortaleza y se quedaron en la calle.

Tratan de no separarse del centro de menores donde siguen sus amigos, que son su única conexión en España y, aseguran, les llevan comida y mantas.

"No podemos dormir muy tranquilos desde que el centro sufre ataques. Tememos que vaya a por nosotros", ha reconocido uno de los jóvenes.

De 188 menores no acompañados que han cumplido este año la mayoría de edad en Madrid, solo 30 han podido optar a un piso en el que les ayudan a ser autosuficientes.

Una de esas personas es Asiad, que hace solo tres días que cumplió la mayoría de edad. "Me he pasado un año con miedo por si me quedaba en la calle", ha asegurado.

En la vivienda los acompañan psicólogos y educadores que reparten las tareas y acuden a cursos profesionales pero allí, sobre todo, olvidan lo que han dejado atrás. Anas, otro de los jóvenes ha asegurado que cuando se acuerda de que estuvo en el mar tres días se pregunta "cómo esta vivo ahora"

También reivindican que los menores no acompañados que delinquen no les representan. "Me dicen que si soy diferente de todos los marroquíes y les digo, 'no, yo no soy diferente, ellos son los diferentes'", ha explicado Alis, otro de los afortunados.

La otra cara está en aquellas personas que no tienen donde ir. Es el ejemplo de otro joven marroquí con una discapacidad física. Un voluntario denunciaba por las redes sociales que el joven se quedaba fuera del centro de Hortaleza, y a la semana, según la Comunidad de Madrid, la Fiscalía decretó que tenía 17 años y regresó al centro. Allí esperará a cumplir 18 y a que la administración no lo abandone.