Vestido de bandolero, José estaba haciendo su ronda. Explica que en ese momento aparece un coche patrulla de la policía municipal, y "me piden, desde el coche, que le entregue el trabuco". A lo que José les contesta que "no se lo pueden llevar porque lleva 64 años con nosotros, es de la casa y es historia". Argumento que no convence a ninguno de los agentes.

Aparcan el vehículo y vuelven dispuestos a requisar el arma. José asegura que les ve llegar "poniéndose los chalecos antibalas". Sin salir de su asombro, nuestro protagonista no entiende por qué se lo quieren llevar. Afirma que "no tiene ningún peligro".

Dos días después, dos guardias civiles se personan en el restaurante. Entran dentro y se encuentran con un peligroso arsenal. Félix Coloma, dueño del local, asegura a laSexta Noticias que "vieron el trabuco y se dieron cuenta de que está inutilizado".

Quizás se pensarían que eran armas de destrucción masiva, pero el caso es que decoran desde hace más de 60 años uno los locales más tradicionales de la capital. Coloma explica que "llevamos aquí desde 1949 y nadie nos había pedido una licencia de esto". Trabuco en mano, José sigue haciendo su ronda tranquilo. Eso sí, sin cargar, para que no haya peligro.