Tras una dura y larga lucha, Daniel ha conseguido recuperar a su hija, que había sido secuestrada por su madre y estaba en paradero desconocido desde 2017. "Estaba muy nerviosa cuando me la entregaron, pero pronto se tranquilizó y la evolución está siendo muy positiva, más de lo que esperaba", explica.
Los problemas comenzaron a aparecer cuando se separó de su pareja. En ese momento, pese a que su idea era la de conseguir la custodia compartida, la madre se opuso. Finalmente, el padre y la madre de la menor llegaron a un convenio de mutuo acuerdo por el que el hombre podía estar con su hija 14 días al mes y la mitad de las vacaciones.
Pero los problemas reales empiezan en 2014, pese a que el padre afirma que dejó pasar varios episodios para no empeorar la relación y que la menor no se viera afectada.
Uno de esos episodios ocurrió cuando la niña estaba con su padre en casa jugando sobre una silla con ruedas. "Se cayó y la rueda le golpeó en la vagina", explica el padre, que tras llamar a dos familiares pediatras decidió que la niña se fuera a dormir tras aplicarle una pomada.
Pero al día siguiente, la madre llevó a la niña al hospital y llamó a Daniel pidiéndole que acudiera y le explicara lo que había pasado. Sin embargo, según narra, la madre no le creía, por lo que tuvo que enseñar en el móvil el vídeo de la caída, que estaba grababado. "Al final lo dejé pasar, igual que el hecho de que no pagara la deuda de su parte de la casa", comenta el padre.
Ya en verano de 2014 y pese a que no podía hacerlo sin el consentimiento del padre, la madre comienza a llevar a la menor a un psicólogo en el que le daban incluso "muñequitos de madera para que la niña señalara qué le había hecho". Además, cuenta que la pequeña incluso le decía textualmente: "Les he tenido que mentir para que me dejaran en paz".
Daniel decide denunciar por incumplimiento del régimen de visitas y por no llevar a la menor al colegio, pero a él le llega una denuncia por abuso sexual que se acaba archivando hasta en dos ocasiones.
De manera volentaria, se abre un análisis por parte del Centro de Atención a la Infancia (CAI) y del Centro especializado de Intervención en abuso sexual infantil (CIASI). Y pese a que el CAI dice en un primer momento que las acusaciones pueden ser verdad, finalmente dictaminan que no lo hay.
"Ella incumple el régimen de visitas de menos a más. A medida que va viendo que no hay repercusión en forma de actuar va a más a más", relata el padre, que cuenta que cuando contrata a la misma abogada que llevaba el caso de María Sevilla comienza a "radicalizar" totalmente sus actuaciones.
Es en octubre de 2017 cuando deja de llevar a la niña al colegio pese a que estaba matriculada, pero "hasta el sábado pasado no he sabido nada más: la madre no cogía ninguna llamada y desaparece de la faz de la tierra después de pedir una excedencia en el trabajo".
Daniel cuenta que, según ha visto, "la casa que es como una fortaleza" y que incluso utilizaban móviles prepago que desconectaban al salir de casa, cuando hacían "movimientos aleatorios" para poder despistar.
Finalmente, ha sido este sábado 11 de febrero cuando ha conseguido recuperar a su hija, que al principio "estaba muy nerviosa" pero cuya evolución ha sido "muy positiva", incluso más de lo que se esperaba. "El sábado por la tarde incluso se reía", cuenta.
Ahora los esfuerzos se centran en conseguir que la niña normalice su vida lo más rápido posible y en averiguar qué ha pasado en este tiempo, aunque siempre sin forzar a la niña para sacarla información.
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