El atracador de una perfumería de Sevilla saca una pistola de fogueo, algo que no saben en el establecimiento. Entonces surge una personalidad decidida, la de una mujer que se lanza instintivamente a por él.

El hombre que está a su lado tarda algo más, pero también ayuda a frenar el ataque. La mujer recibe dos disparos de fogueo que sólo le causan quemaduras leves mientras los dos clientes forcejean durante un minuto con el atracador.

Finalmente llega una tercera persona, que echa un vistazo para ver quién es el malo y consigue tirarle al suelo para reducirle. La mujer que consiguió frenar el ataque explica además con que le ha caído bronca: "Me jugué la vida. La Policía me ha dicho que no lo vuelva a hacer".

También tiene mérito el hombre que la ayudó pese a que ni siquiera estaba en la tienda. Él nos cuenta que "no puedes dejar de ayudar a una persona cuando ves que le están pegando, nos tenemos que ayudar unos a otros".

Pero no todos los testigos reaccionan igual ante el peligro, y una muestra es el pánico que pasa una dependienta que se esconde tras el papel higiénico, donde se agacha y se abraza a los rollos de papel.

Otra clienta decidió escapar al ver lo sucedido, no sin antes recoger todas sus cosas. Y por último tenemos al protagonista invisible, el que tira cosas escondido tras la cámara, aunque su puntería es pésima porque sólo consigue darle a la pobre mujer que se la está jugando.

Finalmente, resultó un atraco frustrado y sin heridos.