El 21 de abril de 1960 se descubrió el crimen: W. Arnold fue el hombre que encontró el cuerpo de Irene Garza: "Primero pensé que era un saco flotando, después me di cuenta que era el cadáver de la joven", aseguró entonces a los medios locales.
La joven Garza, de tan sólo 25 años, era maestra de primaria y reina de belleza y desapareció seis días antes de ser descubierta muerta. La joven visitó ese día la iglesia de Sagrado Corazón de McAllen, una ciudad de Texas. Su objetivo era confesarse, pero nunca llegó a casa. La maestra fue golpeada, asfixiada hasta perder la conciencia, violada y asesinada.
Seis décadas después, en febrero del año 2016, las autoridades detuvieron al cura de esa iglesia. John Feit, de 27 años entonces, siempre ha sido el único sospechoso del asesinato ya que era la última persona que la vio con vida pero no fue hasta 2016 cuando las pruebas pudieron incriminarlo. Ahora tiene 85 años, y por fin ha comenzado el juicio más de un año después de su detención.
Las sospechas sobre Feit siempre existieron, y más cuando una estudiante de 20 años contó que semanas antes del asesinato de Garza el sacerdote la acosó e incluso llegó a colocarle un pañuelo en la boca pero pudo huir tras morderle un dedo. Por este caso fue juzgado en 1960 pero sólo recibió una multa de 500 dólares.
10 años después del crimen, el cura dejó el sacerdocio, se casó y tuvo tres hijos en Phoenix, Arizona. El sacerdote comenzó otra vida pero la familia de Garza nunca se rindió y fue en 2014 cuando Ricardo Rodríguez fue elegido como fiscal del distrito en el Condado de Hidalgo decidió revisar el caso y votó a favor de imputar a Feit.
En ese momento fue puesto en prisión preventiva, con una fianza de 750.000 dólares. Hace unos días comenzó el juicio contra él, con las pruebas suficientes para poder condenarlo por el asesinato de Irene Garza, a pesar de las complicaciones del caso como la muerte de testigos clave y la caducidad de pruebas de ADN. El cura puede ser condenado a 99 años de prisión.
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