La zona de Cabeza de Vaca, donde se ha producido la erupción en La Palma, contiene numerosas bocas volcánicas. Mientras que la última erupción en el complejo volcánico de la Cumbre Vieja de La Palma se produjo en el volcán de San Juan, en esta ocasión la lava ha emergido de diversas grietas situadas en ese mismo barranco. Se trata de una erupción fisural que, al igual que el resto de erupciones registradas en las Islas Canarias, ha sido de carácter explosivo.

No se trata así del tipo de volcán más reconocible, el vulcaniano, sino que son estrombolianos, un tipo de volcán que da lugar a erupciones explosivas, por lo que son efusivas, emiten lava y humo. El magma puede llegar directamente desde la zona de generación, situada a entre 70 y 100 kilómetros de profundidad, ascendiendo por fracturas abiertas durante fases distensivas de la corteza.

En concreto, todos los volcanes de las Islas Canarias se encuentran entre el nivel uno y dos sobre nueve del índice de explosividad. A mayor índice, mayor contenido de gas en el magma y, por tanto, mayor explosividad, como indica el Instituto Geográfico Nacional.

Sin embargo, se podría dar el caso de que el magma incorporase agua procedente del mar o de acuíferos, lo que aumentaría la cantidad de gas disponible. No obstante, aún se desconoce si esta erupción es de tipo hidromagmática (con agua) o efusiva tranquila.

Una erupción aparentemente tranquila

El volcán de la Cumbre Vieja de La Palma ha erupcionado de forma explosiva, es decir, se ha producido una gruesa columna de material ascendente de piroclastos, materiales que comprenden tanto gases como lava, en las diversas grietas emisoras.

No obstante, como hemos comentado con anterioridad, no tiene un grado explosivo de erupción muy alto, por lo que el riesgo de este tipo de volcanes, en principio, no es extremo.