18 de noviembre. El piso más barato que oferta Idealista en la zona centro de Madrid cuesta 490 euros al mes. Es interior y tiene la friolera de 15 metros cuadrados. Si disponemos de un presupuesto mayor, podemos encontrar algo más amplio: 23 metros por 600 euros al mes.
Es la foto que ilustra la pesadilla de buscar un hogar en Madrid, una de las ciudades españolas con los precios del alquiler más elevados: el Ministerio de Fomento, basándose en la información de los depósitos de fianzas, sitúa el coste medio por metro cuadrado en la capital en 12 euros mensuales.
Sin embargo, la realidad que se percibe en los portales inmobiliarios es otra: el informe más reciente de Idealista, elaborado con datos de octubre de este año, tasa de media en 16,4 euros mensuales el alquiler por metro cuadrado, una cifra que sube hasta los 18,9 euros si hablamos del centro de la ciudad y que en nuestros ejemplos se aproxima a los 30.
Tras los números se oculta un drama que tiene infinitos nombres propios y que se ceba con los jóvenes. A la familia de Inés le subieron de golpe 500 euros cuando les tocaba renovar el contrato. Claudia visitó 32 pisos antes de dar con uno asequible que no se cayera a pedazos, Pauline vivió con ocho estudiantes Erasmus cuando llegó desde Francia para trabajar y la casera de Lucía acaba de vender su piso. Nunca ha cobrado más de 385 euros trabajando "de lo suyo" y no le ha quedado otra que volver a buscar.
En este mapa puedes ver el precio medio del alquiler por metro cuadrado en los barrios de la almendra central de Madrid, según Idealista, así como los máximos históricos:
Un piso promedio que no existe
El alquiler de Celia (24 años) se llevaba por delante más de la mitad de su sueldo. Hace dos años vino desde Tenerife dispuesta a comenzar una nueva vida en la capital y los primeros días los pasó en un hostal, mientras rastreaba portales inmobiliarios. Tras una ardua búsqueda, lo mejor que encontró fue una habitación en La Latina, en un piso compartido con otras tres personas, por la que pagaba "570 euros de alquiler, gastos incluidos".
Entretanto, "cobraba 1.050 euros como protésica dental", recuerda. Así, cada principio de mes veía evaporarse nada menos que el 54% de sus ingresos de un plumazo.
Acabó cambiando de trabajo y también de piso. Ahora le pagan entre 1.300 y 1.400 euros al mes como higienista y su nuevo alquiler es de 500 euros mensuales (gastos aparte) por una habitación en Chamberí. Sigue suponiendo más de la tercera parte de sus ingresos.
Su caso es muy frecuente. El Consejo de la Juventud estima que el coste de acceso al mercado del alquiler es del 91,2% para los jóvenes españoles. Según los cálculos de esta entidad, una persona de entre 16 y 29 años tendría que reservar casi todo su salario para hacer frente a un alquiler, sin contar con los demás gastos de la vivienda.
En la Comunidad de Madrid, este porcentaje directamente rebasa la totalidad del sueldo y se eleva hasta el 107,5%. La independencia es una quimera para los jóvenes.
En Madrid, el coste de acceso al alquiler supera el sueldo medio
Ya en la ciudad, Fomento estima que el alquiler medio tiene una superficie de 79,1 metros cuadrados y cuesta 865 euros. Un piso promedio que en la práctica no existe, al menos no entre los que se ofertan en el distrito Centro. Si queremos encontrarlo, tenemos que alejarnos de los codiciados barrios de Malasaña, La Latina y Lavapiés y buscar en Pueblo Nuevo, Aluche o Ensanche de Vallecas.
Pero también esa cuantía está lejos de las posibilidades adquisitivas de los jóvenes. Según el Consejo de la Juventud, el salario medio de los menores de 30 años en la región es de 12.796 euros anuales, con lo que el alquiler máximo que puede permitirse un hogar joven sin comprometer más del 30% de sus ingresos es de 670 euros al mes. 320 en el caso de una persona sola. Un presupuesto con el que, según este organismo, como máximo pueden aspirar a un piso de 44 metros cuadrados, 21 si alquilan en solitario.
El circo inmobiliario de los horrores
Pero el drama de la vivienda no se limita a su coste. Los elevados precios del centro de Madrid no solo no son garantía de calidad, sino que, a menudo, tampoco de la habitabilidad más básica.
Prueba de ello es la cuenta de Twitter El Zulista, cuyos responsables -que prefieren preservar el anonimato- recopilan las ofertas de alquiler más aberrantes, haciendo de la pesadilla inmobiliaria de cientos de jóvenes una especie de ‘circo de los horrores’ que comentan en clave satírica. Su máxima: "Mejor reír que llorar".
"La idea surgió de un grupo de Whatsapp donde una de las personas se encontró con que no le renovaban el contrato y tenía que buscar piso”, relata una de las mentes tras este perfil, que acumula más de 50.000 seguidores. “Mandaba las ofertas absurdas que iba encontrando y parecían de mentira", agrega.
Su 'odisea' la traspasaron a Twitter para "visibilizar" el problema. Desde entonces, y en apenas año y medio, han visto desde una buhardilla sin agua corriente ni baño -ofertada por 400 euros- a supuestos pisos que en el catastro aparecen catalogados como almacenes.
Condiciones imposibles
Capítulo aparte merecen las condiciones de los contratos de arrendamiento. Cynthia (25 años) encontró un piso ideal para tres en el centro, pero con letra pequeña: les exigían un salario que triplicara el alquiler de 980 euros.
"Si no lo tenías, tenían que avalarte tus padres", recuerda la joven, que define la búsqueda de piso como "una guerra". "Vas a ver un piso y en el camino o entrando por la puerta te dicen que lo acaban de alquilar -narra-. Quien llegue antes y ponga la pasta encima de la mesa, gana".
Y es que los requisitos para acceder a un alquiler a menudo son inasumibles para un sector especialmente aquejado por la temporalidad (la tasa entre los españoles menores de 29 años es del 54,1%, según Trabajo) y la precariedad: fianzas de varios meses, honorarios de agencia y avales que obligan a depender de los padres si el contrato laboral no es indefinido o el alquiler supera un porcentaje determinado del sueldo.
"Buscar piso es una guerra"
En el caso de Ana (25 años), el gran hándicap era ser autónoma. "Normalmente me pedían la declaración de la renta, pero en cuanto lo decía empezaban a poner caras raras", explica. Esto ha sido un problema hasta el punto de que uno de los contratos tuvo que figurar a nombre de su madre. "Ya no como avalista, sino como titular del contrato, porque si no, no valía", precisa esta joven madrileña, que reconoce que este frustrante proceso "desgasta muchísimo emocionalmente".
Hoy vive con una compañera de piso en Adelfas, distrito Retiro. Allí tuvieron que ingresar la fianza "nada más hacer la visita, porque se lo quedaba el primero que pagara". En este barrio residencial, pagan 975 euros por 50 metros cuadrados distribuidos en una habitación doble y otra individual.
Reformar el piso de otro
José y Mario (31 y 29 años) prefieren no dar sus nombres reales porque, según relatan, han pasado por un auténtico "tira y afloja" con sus caseros. Tras comprobar que “un piso de una habitación no bajaba de 700 euros en el centro”, optaron por correr con los gastos de reformar primero y entrar a vivir después.
"Nos daban dos meses de carencia", explica José, que precisa que en total han invertido "unos 6.000 euros" en pintar paredes, cambiar suelos, equipar toda la cocina y amueblar la casa. En su piso de La Latina viven actualmente tres personas más: la novia de Mario, otro amigo y una chica a la que han subarrendado una habitación a través de Badi.
Entre todos pagan 1.200 euros al mes por un piso de 152 metros, bastante por debajo del precio medio en este barrio, que Idealista sitúa en 17,7 euros el metro cuadrado.
"Nos ha salido rentable, pero no es una opción para todo el mundo", admite José, que explica que tuvieron ayuda para reunir el dinero necesario. De las mejoras que realizaron se beneficiarán, más bien pronto, sus caseros, puesto que solo les hicieron contrato por tres años. "Les has hecho tú la reforma y pueden subir el alquiler al siguiente inquilino", resume.
"Haces tú la reforma y pueden subir el alquiler al siguiente"
Por otra parte, advierte, al alquilar un piso con opción a reforma "asumes riesgos". "El edificio tiene un montón de carencias, hay vigas podridas y un andamio exterior que lleva más de un año porque tuvieron que arreglar toda la fachada", afirma.
A problemas con la red eléctrica o las tuberías se suman daños estructurales en la vivienda, por lo que tienen varias habitaciones inutilizadas por obras que están realizando los dueños. Pidieron una rebaja del alquiler, pero se la negaron. "La otra opción era rescindir el contrato", apunta.
La solución de compromiso ha sido que sus caseros les presten parte de otra vivienda en el mismo edificio. Desde entonces, viven a caballo entre las dos. "Nos queda un año y medio de contrato", concluye, "hemos puesto dinero y no nos íbamos a ir después de haber arreglado el piso".
Aceptar la subida del alquiler… o volver a buscar
Íñigo es uno de tantos a los que el casero les ha subido el alquiler en el barrio de Malasaña, donde vive junto a dos compañeros de piso, todos de entre 28 y 30 años. "Nos sorprendía que tardara en subirnos el alquiler porque a mucha gente que conocíamos se lo estaban subiendo", rememora.
"Un buen día vino y nos dijo que nos lo subía 300 euros al mes". Así, pasaron a pagar 1.300 euros mensuales por un tercer piso sin ascensor, aunque de 100 metros cuadrados.
"Nos vimos obligados a aceptarlo porque en la zona es imposible encontrar algo de las mismas características por debajo de ese precio", detalla Íñigo, "aun con la subida, subió un poco por debajo de los precios de mercado".
En Malasaña, meca de los bares de moda y las tiendas vintage, salpicada aquí y allá por comercios de toda la vida, el metro cuadrado en alquiler cuesta 19,5 euros, según Idealista.
Como investigador del Departamento de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Madrid además de inquilino, Íñigo atribuye el encarecimiento de los pisos de esta zona a un doble proceso de gentrificación: primero 'hipster', dice, y más adelante turística, con la consiguiente proliferación de viviendas dedicadas al alquiler vacacional.
"Han vendido el edificio con nosotros dentro"
Lo sabe bien Álvaro (25 años). Una promotora inmobiliaria compró el edificio en el que vive, también en Malasaña. "Han vendido el edificio con nosotros dentro de alquiler", resume. La venta se les notificó hace ya varios meses, pero el nuevo dueño todavía mantiene a oscuras a los vecinos acerca de su futuro.
Una incertidumbre que ha hecho que al menos tres familias ya hayan optado por marcharse antes de que vencieran sus alquileres. "Cuando veían que su contrato se iba a terminar, optaban por irse. Por miedo y porque veían que podía peligrar la escolaridad de los niños al cambiar de distrito", cuenta.
Las viviendas que dejaron no se han vuelto a alquilar y permanecen vacías. A partir de la poca información que han recibido, dice Álvaro, tiene entendido que esos pisos se destinarán a "alquiler estacional". Aunque la empresa asumió el cobro del suyo, que ha continuado con las mismas condiciones estos últimos meses, el contrato se le acaba en mayo.
¿Qué hará entonces? "Tengo un salario que no es bajo, pero no puedo asumir los precios del barrio ahora mismo. Es irme casi cien por cien seguro", explica, resignado.
Gentrificación y el 'cóctel' de la expulsión
Para el profesor de la UPM Álvaro Ardura, coautor de 'First we take Manhattan: la destrucción creativa de las ciudades', existen una serie de cuestiones "estructurales" a las que culpar de esta subida de los alquileres. Entre ellas, un recorte en el acceso a la vivienda en propiedad -tradicionalmente mayoritario en España- por la crisis, que ha hecho aumentar la demanda de vivienda en alquiler.
A ello se suman actuaciones legislativas desreguladoras como la modificación de la Ley de Arrendamientos Urbanos que introdujo en 2013 el Gobierno de Mariano Rajoy y redujo las prórrogas de los contratos, una medida hoy revertida. "Más gente demandando y una actualización más rápida de los alquileres conlleva incrementos", explica.
"Hay más desahucios por alquiler que por hipotecas"
Además, a su juicio, existe una escasez de políticas en materia de vivienda que contribuye a "un cóctel muy propicio" para que suban los precios.
Un fenómeno que en ciudades como Barcelona o Madrid "se agudiza mucho más con procesos de gentrificación y turistificación", creando expectativas de revalorización que han atraído a las inversiones de capital. Así, "parte importante del mercado del alquiler la han asumido arrendadores corporativos": fondos de inversión y promotoras como la que ha adquirido el edificio de Álvaro.
Todos esos factores han dejado un mercado del alquiler "sin contrapesos públicos y precios cada vez más desbocados", explica el experto, que recuerda que ya "tenemos más desahucios por alquiler que por hipotecas".
Según datos del Consejo General del Poder Judicial, solo en el segundo trimestre de este año se produjeron 9.802 desahucios por impago del alquiler en España, frente a 3.806 por la hipoteca. 1.269 de esos desahucios por no pagar el alquiler tuvieron lugar en la provincia de Madrid. La expulsión total.
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