El calentamiento global podría incrementar las olas extremas hasta dos metros en el Ártico, lo que conllevaría un gran impacto devastador en las comunidades y las infraestructuras costeras de esa parte del planeta.

Es la conclusión de un estudio realizado por dos investigadoras de la División de Investigación del Clima de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá (ECCC, por sus siglas en inglés), perteneciente al Gobierno de ese país, y publicado en la revista 'Journal of Geophysical Research-Oceans'.

La investigación proyecta que la altura máxima anual de las olas será el doble o el triple que ahora a lo largo de las costas en áreas del Ártico, como el mar de Beaufort, y a finales de siglo podrían alcanzar hasta dos metros más que las actuales.

Además, los episodios de olas extremas que solían ocurrir una vez cada 20 años podrían aumentar hasta ocurrir cada dos o cinco años de media, de manera que la frecuencia de las inundaciones costeras se incrementaría entre cuatro y diez veces más a finales de este siglo.

"El riesgo de inundaciones y erosión aumenta drásticamente", alertó Mercè Casas-Prat, científica investigadora de la ECCC y autora principal del nuevo estudio, que añade: "Esto puede tener un impacto directo en las comunidades que viven cerca de la costa".

Las regiones más septentrionales de la Tierra son un punto principal de calentamiento global, y algunas áreas se calientan hasta tres veces más que el resto del mundo, según Casas-Prat. Casas-Prat y Xiaolan Wang, también de la ECCC, que examinaron cómo el calentamiento global podría afectar a las olas extremas de la superficie del océano en el Ártico.

La autora principal apunta que algunas comunidades del norte ya sufren una erosión acelerada en algunas áreas y un mayor daño a los edificios por estos fenómenos. Un empeoramiento de estas condiciones oceánicas tendrá un impacto directo en las comunidades costeras, la infraestructura energética, el transporte marítimo e incluso los ecosistemas y la vida silvestre.

Gran parte del Ártico está congelado durante la mayor parte del año, pero el calentamiento climático contribuye a aumentar los periodos de aguas abiertas, lo que puede convertirse en un problema cuando las olas extremas se incluyen en la ecuación.

Las científicas reunieron cinco conjuntos de simulaciones multimodelos de condiciones oceánicas y atmosféricas, como vientos superficiales o hielo marino, para un escenario climático de pocos esfuerzos para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Después hicieron simulaciones de las condiciones de las olas durante dos momentos, desde 1979 hasta 2005 (histórico) y desde 2081 hasta 2100 (futuro). Utilizando el conjunto de simulaciones multimodelos, pudieron evaluar la incertidumbre en los cambios en las olas árticas extremas por la incertidumbre presente en los cinco modelos climáticos utilizados.

Uno de sus principales hallazgos fue un notable aumento de la altura de las olas entre estos dos periodos en casi todos los lugares del Ártico. Una de las áreas más afectadas fue el Mar de Groenlandia, que se encuentra entre esa isla y el archipiélago noruego de Svalbard. Así, las alturas máximas anuales de las olas podrían aumentar hasta seis metros.

El impacto en las comunidades

Casas-Prat y Wang examinaron un área de la costa a lo largo del mar de Beaufort (norte de Alaska y Canadá), que alberga una serie de comunidades, así como infraestructura energética, y también encontraron allí un notable aumento de la altura de las olas.

Dado que las olas más grandes pueden conducir a un mayor riesgo de inundaciones y daños a la infraestructura costera, las comunidades y el desarrollo en esta área podrían verse afectadas por estas olas.

Las inundaciones también pueden afectar a la disponibilidad de agua dulce en algunas áreas, ya que tormentas y olas pueden entrar en lagunas de agua dulce de las que dependen las comunidades.

"A medida que más y más hielo se derrita y más de la superficie del océano Ártico quede expuesta al viento, las olas aumentarán en altura porque la altura de la ola depende de la distancia que sopla el viento sobre aguas abiertas", precisó Cohen.