Lo llaman ‘el chorrito’. Pueden verlo en un pequeño bote, quizás en forma de pipeta; también en algunas fiestas, en algunas reuniones, en algunas salas. Su uso es sencillo: unas gotitas disueltas en bebida, y listo. Sus efectos, euforia y desinhibición, siempre que no acabe con sus consumidores en la sala de urgencias de un hospital. Porque esta droga sintética es, en realidad, un disolvente industrial. Y vuelve con fuerza a la noche de nuestro país.

Es el conocido como GHB -ácido gammahidroxibutírico-, también mal conocido como "éxtasis líquido". Se trata de una sustancia depresora anestésica en forma de líquido incoloro, sin olor y con sabor más bien salado. Su uso es peligroso, y cada vez más común: es complicado saber cuánta es la dosis adecuada, porque tiene un margen de seguridad muy estrecho, y ​los servicios médicos de nuestro país están presenciando cómo cada fin de semana tienen que intervenir a alguien por sus efectos.

Todo porque es posible adquirirla por Amazon. O por otros portales de internet. Según relata a laSexta.com un mando policial con años de experiencia en la lucha contra el narcotráfico, el GHB está encontrando un nuevo público en los jóvenes tras la pandemia en lo que se vienen a considerar los nuevos locos años 20. "Sí, triunfa. Pero también siguen triunfando las pastillas, el cristal… Ahora se está consumiendo mucho", relata.

De anestesia a disolvente para grafiti

El GHB no es ningún desconocido entre las drogas sintéticas más consumidas en nuestro país. Se popularizó a principios de siglo, con los años 2000, pero se conocía desde los 60, cuando se desarrolló como anestesia humana.

No tuvo mucho recorrido, porque los efectos secundarios -mareos, náuseas, vómitos; visión borrosa o doble, descoordinación motora y somnolencia- eran fuertes y en los 80 ya era una sustancia de nicho: se usaba como complemento para el sueño, para culturistas o como tratamiento para el síndrome de abstinencia del alcohol, puesto que genera una sensación similar a la de su consumo.

Pero con la pulsión del nuevo milenio, de la vida con internet, de un nuevo mundo que se abría, el GHB vivió su gran apogeo: comenzó su uso recreativo, hasta que se fiscalizó. Su inclusión en la legislación española fue el 8 de mayo de 2014, a través de la orden SSI/806/2014 sobre el Real Decreto 2829/1977, de 6 de octubre.

Aunque siempre se encuentran recodos, porque ahora se vende como disolvente para grafiti y no es difícil su adquisición en portales como Amazon, tal y como ha podido atestiguar laSexta.com.

De dónde sale el GHB en España

"La gran facilidad de las drogas sintéticas es la ubicuidad. Sólo necesitas los precursores [sustancia indispensable para producir un compuesto químico], y eso cualquier industria química te los pueden facilitar", explica la fuente de la lucha contra el narcotráfico consultada por laSexta.com.

En nuestro país, la distribución de estas sustancias químicas está bien regulada y la estrecha vigilancia sobre ellas deja poco margen para que se puedan desviar esos precursores lejos de su uso industrial. Pero, claro, otra cosa es internet.

El mayor centro de distribución del GHB que llega a nuestro país es Holanda, precisan las fuentes. "Son los reyes de toda la vida, los dioses. También las repúblicas de la antigua Yugoslavia. También China e India, sobre todo. Son las grandes industrias farmacéuticas mundiales, y con el ingente volumen de exportaciones que tienen es más fácil esconderlo en la paquetería. Porque por internet ya lo consigues todo. Sobre todo en la deepweb, es bestial", subrayan.

Envíos postales de menos de 1 kg

El modus operandi no es demasiado complicado, relatan las fuentes policiales. Especialmente, porque es de difícil rastreo a nivel aduanero al tratarse de importaciones de bajo valor. "Te mandan la sustancia desde un apartado de correos en Inglaterra o en Amberes. Si es un paquete de menos de 1 kg, y digo que son sales de baño o un producto químico para el jardín, quién va a pararlo. Pillar esa cantidad es difícil, no es como si mandaran un container", ejemplifican.

Aunque ese tipo de situaciones también se da. Para muestra, la operación Mosaico, en 2015, donde hubo 18 detenidos en nuestro país y se intervinieron 30,6 kilos de sustancias psicoactivas. También permitió la identificación de más de 6.000 envíos postales desde China a 47 países, la mayoría de la Unión Europea.

Pero cada vez es más complicado: al ser un compuesto químico, su fiscalización -que tiene que ser a través de la ONU, que la etiquete como peligro en el sistema de alerta temprana- es difícil, puesto que se puede reformular, y se escapa de la detección de las autoridades.

Droga con receta en continua evolución

Por ejemplo, en la actualidad, la mayoría de "chorrito" que se puede encontrar en el mercado es, de hecho, GBL -gamma butirolactona-, que tiene unos efectos muy similares, pero mayor intensidad farmacológica y velocidad de aparición de efectos.

La GBL es el precursor químico del GHB, y, en ocasiones, se puede encontrar una mezcla de los dos compuestos. La GBL, además de ser un buen disolvente, tiene otros usos industriales. Por su utilidad, era accesible con relativa facilidad, pero con el aumento de su consumo desde 2010, su venta se ha restringido a las empresas.

Así, y para evitar los controles, se ha empezado a detectar GBL en formato gel, cuando se le añade hipromelosa, un excipiente [la sustancia que se mezcla con fármacos para darles consistencia, forma o sabor] en medicamentos por vía oral. Se usa como tratamiento para la sequedad ocular.

Quién consume GHB en España

Si bien no es una droga común en el grueso de nuestro país, la tendencia de consumo en España es ascendente, según datos de prevalencia de consumo de sustancias psicoactivas alguna vez en la vida en la población de 15 a 64 años proporcionados a laSexta.com por el Ministerio de Sanidad.

Sobre el GHB no hay registros desde antes de 2011, pero si en 2013 la había probado alguna vez en su vida el 0,6% de la población, en 2019 ya era el 0,9%. Por comparar, la cocaína la había probado el 3,1% en 2013, y el 2,5%.

La edad media del inicio de consumo de GHB en nuestro país, en datos actualizados a 2020, es de 23 años en hombres y 24 en mujeres. En cuanto a sexos, su prevalencia es sensiblemente mayor entre los hombres (1,5%) que entre las mujeres (0,3). Y hay más consumidores entre los 35 y 64 años que entre los 15 y los 34.

Está muy extendido su uso entre el colectivo gay, sobre todo para el llamado chemsex [que viene a ser un consumo de drogas con fines sexuales, dando lugar a largas sesiones de sexo, que pueden prolongarse durante horas, o incluso varios días, según la definición oficial que ofrece Sanidad].

Estas son las drogas de moda en nuestro país

Diversos mandos de la lucha contra el narcotráfico en nuestro país dibujan para laSexta.com cuáles son las drogas más consumidas en estos momentos, más allá de las habituales alcohol, cannabis y cocaína.

  • 2CB, también conocido como 'tusi' o coca rosa
  • Éxtasis, especialmente en modo cristal
  • Metanfetaminas
  • GHB y GBL
  • Gas de la risa

En el mundo de las drogas sintéticas, la más fuerte en España en este momento es el 2CB, también conocida como tusi o mal llamada coca rosa, porque nada tiene que ver con la cocaína. Es un polvo rosa, con efectos a caballo entre el éxtasis y el LSD. Está muy fuerte en consumo y elaboración en Madrid, pero también en la zona de Málaga y Costa del Sol.

Le sigue el éxtasis o MDMA, en todas sus variantes. Puede ser en su versión pastilla, clásica y que ya tuvieron su apogeo en momentos como la ruta del bacalao, pero desde hace tiempo toma más fuerza el formato éxtasis clorhidratado, en modo cristal: una especie de roquitas de aspecto similar al del azúcar moreno.

Pero hay una droga sintética que tiene especialmente preocupadas a las autoridades españolas: las metanfetaminas. "No estamos detectando un consumo muy importante en la calle -aunque sí hay quien las tomas-, pero hay bastantes aprehensiones de gran calado, superando las dos toneladas", comentan fuentes policiales.

"Los carteles mexicanos se acaban de meter en este negocio, aprovechando las rutas de la cocaína que tenían ellos, y domina especialmente cártel de Jalisco Nueva Generación, y la están metiendo en Europa a través de los puertos españoles, sobre todo por el lenguaje, porque es fácil para ellos negociar con organizaciones aquí a la hora de conseguir la entrada", comentan.

Pese a no ser un consumo muy relevante en España, está causando estragos tanto en EEUU como en países centroeuropeos, especialmente Polonia, República Checa, Holanda, Alemania.

También hay consumo de GBL, GHB, de nuevas sustancias psicoactivas. "Sí que se genera miedo por la flakka o la droga caníbal: alguien que se mete y se pasa, genera una reticencia general a su consumo, pero en seguida se acaba cambiando", explican las fuentes. Se ha detectado un consumo relevante en la calle de todo este tipo de sales, derivadas de las catinonas sintéticas.

Finalmente, los expertos señalan otra sustancia, que no está catalogada como droga aunque se está presionando para incluirla por los efectos perjudiciales que puede llegar a tener: el óxido nitroso.

Es el gas con el que se inflan los globos y se le conoce como gas de la risa. "No es de por sí una sustancia estupefaciente, pero a corto medio plazo se regulará, porque cada vez hay más gente en las propias discotecas sujetando un cubata y en la mano derecha un globo que se están metiendo en la boca cada x tiempo", completan. Es visible en los botellones de cada fin de semana.

La accesibilidad favorece su consumo

¿Cómo se explica este auge? Los expertos consultados por laSexta.com dibujan una situación trasversal como condicionante importante: la vida postpandemia. Especialmente, aquellas drogas sintéticas que se pueden adquirir con otro pretexto: el GHB como disolvente para grafiti, el gas de la risa como óxido de nitrógeno para inflar globos o el popper como abrillantador de cuero.

Andrea Pujol, psicóloga especialista en adicciones en una clínica madrileña, afirma que lo normal es que al GHB se llegue tras haber probado otras sustancias, "en fiestas en las que se lleva consumir este tipo de droga, como complemento a otras. No es de forma aislada".

Ahora, con la euforia de la recuperación de la vida que cada vez se parece más a la vieja normalidad preCOVID se está desplegando el efecto péndulo, que los antropólogos identifican como típico después de una crisis.

Aunque a los ojos de la piscóloga, quienes se pasan ahora al GHB son, normalmente y generalizando, "pacientes que no han dejado de consumir en la pandemia", incide en su charla con laSexta.com, a los que insta a pedir ayuda. También depende de "la personalidad de cada uno y la función que tiene la droga en ellos: la uso porque estoy de fiesta porque quiero aguantar, o porque me ha pasado algo negativo y me quiero evadir", comenta la experta.

La tendencia está ahí: tan sólo se necesita estar ojo avizor. Una pipeta, una bebida, una fiesta… que puede ser una combinación altamente peligrosa si se mezcla con alcohol y otras sustancias. De repente, una pérdida de la consciencia y llamada a urgencias. Una escena típica de hace 20 años que ha vuelto a nuestra vida tras la pandemia y de la mano de internet.