Todavía hay muchas personas que de momento prefieren quedarse en casa aunque puedan salir. Algunos ciudadanos lo hacen por miedo al contagio al considerar que hay demasiada gente en la calle y que no todas esas personas cumplen las medidas de seguridad. Otros, sin embargo, consideran que es un acto de responsabilidad: no lo necesitan y prefieren ceder su hueco a otro.

Uno de los ejemplos es el de María López, que asegura que al asomarse a la ventana observa mucha gente por la calle y la proximidad con personas le da mucho miedo. "Quizá espere otros días más para ver cómo va saliendo todo esto", ha reconocido.

María Huertas también se queda en casa, pero asegura que lo hace "por responsabilidad y seguridad", aunque también por miedo: "Veo que hay mucha gente que sigue sin respetar las medidas de prevención".

Javier Cuartero asegura que el tiempo juega a nuestro favor y esperar unos cuántos días más minimizará el contagio.

El motivo de Miriam Romo es proteger al personal sanitario: "Ante la posibilidad de rebote y de colapsar urgencias o tener personal sanitario al límite, he decidido no salir para no hacer pasar por eso a nuestro personal sanitario", ha explicado.

Otro ejemplo es Guillermo Gaaría, que antes de salir se pregunta si lo necesita. Y no, no lo necesita. "Yo durante la cuarentena no he tenido ningún problema, ni lo he pasado mal como para necesitar salir. Considero que aporto más si me quedo en casa y aguanto un poquito más el confinamiento", ha reconocido.

También sigue esta línea Julio Lleonart, que resiste en su sala de juegos-salón-despacho hasta que llegue el momento oportuno: "Científicamente no existe inmunidad de rebaño todavía. El porcentaje de gente positivo en seroprevalencia es muy bajo, la gente no se está comportando lo cívicamente que era previsible", ha espetado.

Fernando Palma pide a quienes tienen alguna discapacidad, como él, que aguanten en casa con el objetivo de fomentar la salud y evitar un rebrote. Aunque por ejemplo Ángeles, con un 86% de dependencia, no sale porque no puede, pero lo necesita. "La empresa que me hacía los traslados está sin funcionar, no sé cuándo podré salir, tomar el sol y ver a mi madre o a alguien", ha explicado.

Caso diferente es el de Verónica, que salió el sábado y no se sintió como esperaba: "Pensé que sentiría libertad al respirar aire puro y me sentí abrumada porque la gente no sabe lo que está pasando", ha reconocido. Por eso, a los 20 minutos se dio la vuelta. Y es que solo hay dos opciones: quedarse en casa o salir con responsabilidad.