El Partido Popular le ha hecho a Rita Barberá un impermeable casi a medida frente al chaparrón. En el partido se siguen aferrando al clavo de la no imputación e intentan hacer ver que, ese pequeñísimo castigo con su sustitución como presidenta de comisión no tiene nada de particular.
Sólo algunos como Fabra y Casado se atreven a mostrar cierto atisbo de crítica. Fabra señala que "tiene que anteponer los intereses del partido a los personales". Y Pablo Casado sugiere que sería positivo que diera "un paso atrás".
Pero para la oposición tanta tibieza no tiene excusa. Meritxell Batet, diputada del PSOE, dice que "tendrían que hacer una reflexión interna y cambiar la actitud respecto a la corrupción". Otros van más allá y sacan sus dotes detectivescas para acusar al PP de estrategia para blindar a la valenciana.
Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado señala que "la pudieron haber mandado al Senado paraque tuviera un aforamiento". Joan tardá, diputado de ERC, dique que "algo huela a quemado".
Porque aunque Rajoy daba hace unos días un ligero golpe en la mesa, en el PP nadie osa a reclamarle su acta de senadora. Rajoy visitará el Senado para presidir la reunión del PP con todos los ojos, aunque no esté, puestos sobre ella.