El máximo exponente de la regeneración de Bilbao fue la ría y su nuevo faro, la Torre Iberdrola. Son el reflejo de un cambio que va más allá de la estética.

En estos años el color rojo de los bidegorris, los carriles bici, se ha extendido. Además, dio un gran impulso a las comunicaciones, con el metro y la recuperación, 100 años después, del tranvía.

Aunque sin duda su proyecto más personal fue el edificio de la Alhóndiga, un antiguo almacén de vino convertido en centro de ocio y cultura. Inaugurado en 2010, se ha convertido en un atractivo turístico más.

En cuatro legislaturas, Azkuna dejó infinidad de brochazos, como la mejora de los barrios o el Mercado de la Ribera. Aunque muchos, en Bilbao, se quedarán con uno de sus últimos cuadros, el de una nueva Catedral.