Las diferencias entre Obama y Trump sobre Cuba quedan más claras que nunca. Tras la muerte de Fidel, Obama deja que sea la historia la que juzgue su figura y tiende, dice, una mano amiga al pueblo cubano. Debe saber, reitera, que la isla tiene en Estados Unidos un país amigo y un socio.

Mensaje conciliador, totalmente contrapuesto al del próximo inquilino de la Casa Blanca. Su primera reacción, sólo 4 palabras: "¡Fidel Castro está muerto!". Él, al contrario que Obama sí ha querido juzgar a Castro, al que califica de "brutal dictador que ha oprimido a su pueblo durante seis décadas".

Después, sentencia: "El legado de Fidel Castro es uno marcado por los pelotones de fusilamiento, el robo, el sufrimiento inimaginable, la pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales", ha hecho saber a través de un comunicado.

"Si bien Cuba sigue siendo una isla totalitaria, espero que el día de hoy sea un paso para alejarse de los horrores que se han soportado durante demasiado tiempo, y hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano viva por fin con la libertad que tanto se merecen", ha añadido

"Aunque no podemos borrar las tragedias, la muertes y el dolor causados por Fidel Castro, nuestra administración hará todo lo posible para garantizar que el pueblo cubano pueda, finalmente, comenzar un viaje hacia la prosperidad y la libertad", prosigue el presidente electo.

"Me uno a los muchos cubano-estadounidenses que me apoyaron tanto durante la campaña, incluyendo a los veterano de la brigada 2506", añadió, en referencia de los destacados en la fallida invasión de Bahía de Cochinos, en 1961, "con la esperanza de ver pronto algún día una Cuba libre".