Queda mucho por hacer. Es el mensaje de Kamala Harris en su primera entrevista tras ser nombrada candidata a la Vicepresidencia de Estados Unidos: "Cuando Joe (Biden) me pide que me presente con él, impulsa cambios que podrían haber tardado décadas". Mujer y de una minoría étnica, Harris lleva toda su vida rompiendo barreras.

Esta vez, la primera candidata de un gran partido a vicepresidenta. Con 55 años, ha sido fiscal de San Francisco, luego fiscal general de California y desde el 2017 Senadora por ese estado. Harris equilibra la candidatura de Joe Biden, hombre blanco y de 75 años. Ella está más a la izquierda que él, aunque le persiguen sus postulados a favor de algunas actuaciones policiales de cuando era fiscal.

"Los poderes económicos han apreciado que el Partido Demócrata ha hecho una cosa previsible, elegir una persona liberal", ha destacado Gabriel Colomé, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona. La elección de Kamala Harris ha sido aplaudida por todo el partido. Una unidad que Trump, su rival, ha tratado de romper recordando las diferencias entre ambos en las primarias demócratas.

Trump incluso ha dado alas a la teoría de que Harris podría no ser ciudadana estadounidense y, por ende no podría ser vicepresidente. "Es algo muy serio si, como dicen, ella no puede ser elegida porque no nació en este país", planteó en rueda de prensa el actual presidente de Estados Unidos. “Trump ha aprovechado la vorágine anti-Kamala. Con Obama dijeron que no había nacido en este país, sino en Kenia”, ha recordado Colomé.

Otra asesora de la campaña de Trump se ha reído de ella al comparar su voz con la de Marge Simpson, y así le ha respondido la propia dobladora del famoso personaje amarillo: "Empiezo a sentir que es una falta de respeto. Yo enseño a mis hijos a no insultar gratuitamente". Harris, ajena de momento a las críticas, asegura estar centrada en la convención demócrata que comienza este lunes.