Así es como Salvini piensa devolver a sus países a los migrantes: "A patadas en el culo".

El ministro italiano equipara, una vez más, migración con delincuencia, como si fueran sinónimos. Argumento que para él también justifica que a partir de ahora se amplíe el número de delitos por los que se puede revocar o negar la petición de protección internacional. Se incluyen, por ejemplo, la venta de drogas y las amenazas a un funcionario público.

"Vienes aquí, te abro las puertas de mi casa, te meto en un albergue; te pago desayuno, comida, cena y a cambio vendes droga a mi hijo", señala.

La protección humanitaria desaparece. Habrá un permiso de residencia temporal reservado a situaciones muy excepcionales y se restringen, como nunca antes, las solicitudes de asilo. Salvini lo explica a base de salvajadas como esta.

"Los solicitantes de asilo que vengan a vender droga serán cogidos de una oreja y llevados de nuevo a su casa", asegura.

En cambio, se amplía el plazo durante el que los migrantes pueden ser retenidos en los centros de identificación. De los 90 días actuales se pasa a los 180. Y será mucho más fácil expulsarlos.

Salvini cree que habrá más seguridad gracias esta ley que muestra al migrante como el enemigo.