Todo parece comenzar como una broma: "Eh, ¿crees que si aterrizo con éxito, Alaska me dará un trabajo como piloto?", pregunta el operario, a lo que el controlador contesta: "Te darían un trabajo haciendo cualquier cosa si logras aterrizar". Es parte de la conversación mantenida entre el operario que robó un avión sin pasajeros en Seattle y la torre de control. Minutos antes de estrellarse, se preocupa por la posibilidad de ir a prisión: "Probablemente esto es cadena perpetua".

El piloto se muestra confiado al principio. "No necesito mucha ayuda. He jugado a videojuegos antes". Sin embargo, poco después comienza a sentirse mal: "Me gustaría conseguir presurización o algo para no estar tan mareado". En un momento dado, se da cuenta de la gravedad de la situación.

"Hay vidas en juego. No quiero herir a nadie", afirma, e incluso se excusa antes de que se estrelle el aparato. "Oír que he hecho esto va a decepcionar a mucha gente. Me gustaría disculparme", apunta. Las autoridades buscan ahora su cuerpo. Investigan si se suicidó o si se trata de una aventura con final trágico.