Posar semidesnuda le costó la persecución en Irán, pero en Europa se vio obligada a dormir en las calles de París. Es la historia de una modelo iraní de 29 años, que el mes pasado obtuvo finalmente el estatus de refugiada en Francia.

En su país de origen, la detención del fotógrafo que la retrató supuso su sentencia. Huyó antes de que la delatara, puesto que hubiera sido castigada con 148 latigazos. Primero fue a Turquía y, después, a Francia. Sin embargo, se encontró con que muchos hombres que le ofrecían su ayuda en realidad buscaban aprovecharse sexualmente de ella.

"Un tipo me dijo que me iba a ayudar. Llegó el visado y me llamó diciendo que todo estaba preparado. 'Ya están los billetes, pero la primera semana quiero alquilar una habitación preciosa enfrente de la Torre Eiffel. Tú y yo, pasando una semana maravillosa juntos'", recuerda. "Le dije que no, que si quería ayudarme que lo hiciera pero que no quería pasar una semana romántica con él. Me dijo 'vale, pues no hay trabajo'", cuenta.

Una vez en la capital francesa y sin papeles se vio ante la imposibilidad de conseguir trabajo. "No me quedaba otra que confiar en la gente que decía que me quería ayudar. Todos me iban echando de sus casas porque no me acostaba con ellos", explica. Cuenta que un hombre llegó a encerrarla una semana en una habitación y otro trató de ponerla a trabajar como 'stripper'.

Desesperada, finalmente terminó por dormir en la calle. "La primera noche en la calle fue muy dura, pero por dentro me sentí mucho mejor", explica.

Recientemente, obtuvo al fin asilo en Francia y no renuncia a cumplir su sueño en el mundo de la moda. "Estoy orgullosa de mí misma porque peleo por lo que quiero, porque no me vendí", afirma. "Sigo teniendo un sueño. Quiero demostrarme a mí misma y a la gente de mi alrededor que crecer no significa dejar de soñar".