Necesitan que alguien les escuche, tienen demasiados
problemas, muchos impuestos que pagar y unos sueldos que no dan para más. La
subida de los precios de los carburantes sólo ha sido lo que ha prendido la
mecha.
"Estamos hartos de ese autoritarismo que está
presentando el presidente de la República, de esas agravaciones sociales",
dice Jaime Pastor, profesor en la UNED.
Denuncian que Macron es el presidente de los ricos, se han
sentido ninguneados por algunos miembros del Gobierno y ahora sólo les sirve su
dimisión. Ningún partido, ningún sindicato es gente anónima, la clase media
francesa que ha conseguido movilizarse y poner en jaque al Gobierno, a través
de las redes.
No quieren representantes y así la negociación se complica.
"Es una situación difícil para el Gobierno porque no tiene con quién
dialogar, ni tampoco quiere ceder ante la calle", afirma Luis Rivas,
analista de política internacional en Francia.
Macron no quiere pasar a la historia como el presidente que
cedió a las presiones del pueblo, pero las calles de París no van a aguantar
mucho más. Los símbolos de Francia han sufrido. "El Arco del Triunfo ha
sido pintado, algo que poca gente en el país puede admitir", añade Rivas.
Vuelve Macron y se encontrará con un país patas arriba. La
extrema izquierda pide elecciones y la
derecha presiona con un referéndum sobre las polémicas medidas. No queda
tiempo, los radicales están tomando el poder dentro del movimiento y las
guerrillas urbanas destrozan París y hacen tambalearse a la propia república.