Los convocados emulaban al movimiento de los 'chalecos amarillos', que protestan contra la subida del combustible en Francia. 500 manifestantes, sin autorización y sin una reivindicación concreta salvo sus críticas al Gobierno, se han echado a las calles de Bruselas.

Han usado la fuerza bruta hasta que han conseguido tumbar un coche policial, luego han propinado patadas, los golpes, y finalmente han prendido fuego a otro vehículo.

Se han convocado a través de las redes sociales y se han acercado hasta la oficina del primer ministro para pedir su dimisión.

Ni las pelotas de goma, ni los chorros de agua han frenado a los manifestantes, que se han enfrentado a los agentes con todo tipo de objetos y utilizando los adoquines a modo de proyectil. Una violenta protesta que ha terminado con más de 70 personas detenidas.