Recibió tres disparos de un cazador, los tres perdigones quedaron incrustados en su cuerpo, pero una vez quitados pudo competir en la prueba de triatlón en la que quedó octavo. Pudo ser algo mucho más grave para Francisco Montiel, el corredor que ha sido protagonista por este incidente surrealista, que cuenta esos momentos posteriores a verse atacado.

"Me dolía le pecho. Lo primero que hago es mirarme y me veo una gotita de sangre en la camiseta. Miro al campo, veo al cazador y ya le digo: 'oye, que has pegado un tiro y me has dado'", cuenta.

La sensación de un perdigón en la piel es de quemadura y contusión por la velocidad a la que impacta. Los servicios de emergencia tuvieron que emplearse a fondo para retirárselos a tiempo antes de empezar la carrera.

Antes tuvo que pasar por varios procedimientos para poder proceder a la denuncia que posteriormente llevó a cabo: "Le hemos pedido el carnet, le hemos hecho fotos...". Aún así, el cazador quiso excusarse. "Pero si yo he disparado para arriba", le dijo a Montiel.

Al corredor le sigue sorprendiendo que sea posible que en esa zona pueda haber un coto de caza tan próximo a la carretera. Incluso se lo recriminó: "Que aquí hay niños... me podrías haber sacado un ojo".

Lo cierto es que no estuvo cerca de darle en la cara. Las partes afectadas fueron la espalda, la cara posterior de la rodilla y el pecho. "El médico me dijo: "fíjate que te ha dado a escasos centímetros del corazón", recordaba Montiel.

Los disparos no llegaron a suponer un daño grave y compitió "a pesar de que las heridas escocían" al correr. "Me llené de valor. Mucha gente me felicitaba, me daban la enhorabuena. Le eché valor y terminé", concluye orgulloso.