Recibió tres perdigonazos antes de participar en una prueba de triatlón, se los quitaron, decidió que estaba en condiciones para empezar la prueba y la terminó octavo. Esta es la surrealista historia de Francisco Montiel.

"Fue muy sorprendente. No me lo esperaba. Tampoco lo vi venir. Escuché un estruendo, como una detonación y noté que me daban unos picotazos, como si me tiraran arena o piedras o incluso como si me picara una avispa. Pero no sabía para nada de lo que se trataba", dice el protagonista en declaraciones a 'Marca'.

Lo cierto es que no era ninguna de esas cosas las que le impactaron en el cuerpo mientras se preparaba con su bici para participar en el triatlón de Posadas, en Córdoba: "Me di la vuelta con la bicicleta y vi unos perros que bajaban de la montaña y yalo relacioné con un cazador". Según Montiel, al lado de la carretera que daba acceso al pantano donde se llevaría a cabo posteriormente la prueba de natación había lo que "podía ser una finca o un coto de caza". Vallado y ambos lados de la trazada.

"No sabía si me volvería a disparar o también a los otros participantes en una zona que estaba llena de corredores", confiesa. Sin embargo, entre los que iban a ser sus rivales en la prueba había un policía que se percató de los sucedido. "Había varias familias de triatletas que se estaban preparando. Cuando oyeron la explosión creyeron que se trataba de una rueda, pero al verme hablar con el cazador el policía se dio cuenta y vino corriendo", comenta Montiel, quien agradeció la colaboración.

"Le pidió que soltase la escopeta y le diera el DNI. El cazador le pidió que se identificara al policía y este, posteriormente, le requisó el arma", argumenta. Francisco aprovechó para aportar los datos con los que formalizar una denuncia y llamar a los servicios de emergencia para recibir las curas pertinentes.

En la ambulancia de la prueba

Uno en la espalda, otro en el pecho y otro, el más profundo, en la rodilla. Tres impactos que fueron tratados en la misma ambulancia destinada para la prueba de triatlón, y que pudieron haber causado una tragedia.

"El médico me dijo que el perdigonazo del pecho iba directo al corazón. Si hubiera ido con más fuerza o se hubiese colado entre las costillas me podría haber matado", explica el triatleta.

Y de lo que pudo ser una desgracia mayor, acabó en una anécdota alucinante. Montiel en todo momento quiso ser de la partida hora y media después de haber recibido los disparos y no solo terminó la prueba, sino que fue octavo.

Un episodio similar le sucedió a Oscar Freire en el Tour de Francia de 2009. Montiel desconocía la historia, pero está convencido de que la suya no será la última vez que se produzca algo parecido. "A nivel deportivo, estas cosas te dan mucho coraje. Ha sido una imprudencia, pero podía haber sido mucho peor. No sé cómo se podría haber evitado. Si con mayor coordinación entre la prueba y la cacería. No lo sé. Pero tiene que haber una ley que legisle esto. En esta ocasión algo se ha incumplido", concluye.