Raphael Dwamena, futbolista de 28 años que murió tras desplomarse en mitad de un partido de la liga de Albania, se quitó el pasado año el desfibrilador que le implementaron en el año 2020 en Zaragoza, tal y como él mismo explicó en una entrevista en NZZ en 2022.
Fue una decisión personal, y en el documento que firmó en la clínica de Zurich exculpaba al equipo médico, que ni de lejos dio su aprobación a lo que hizo el ghanés, de cualquier riesgo que pudiera provocarle el tener un fuerte episodio cardíaco. Entre esos riesgos estaba la muerte.
El jugador, que militó en las filas de Levante y de Zaragoza, tiene unas firmes creencias religiosas. En ellas basó su decisión.
"He estado con tantos médicos... Todos dicen algo diferente. Respeto sus opiniones, y sus diagnósticos. Pero no me los tomo en serio. A veces hasta me tengo que reír", afirmó.
Y prosiguió: "Solo uno puede decirme cuándo es el momento de parar: el Señor".
El 'no' del Brighton en 2017
Dwamena ya sabía de su problema cardíaco en 2017. Entonces, cuando ya tenía hecho su fichaje por el Brighton, vio cómo en el reconocimiento médico aparecieron una serie de anomalías cardíacas.
ALgo que no detectaron ni en el Zurich ni en el Levante. Sin embargo en el Zaragoza comenzó a notar que el corazón se le aceleraba de manera más que peligrosa. El diagnóstico, cardiopatía estructural que provoca propensión a arritmias ventriculares malignas.
En ese momento le dijeron que si quería seguir jugando al fútbol debía ponerse un desfibrilador, algo que hizo en el Hospital Miguel Servet.
En enero de 2023 llegó la oferta del Egnatia de Albania, club con el que jugó la previa de la Conference League. Contra el Partizani se jugaban el liderato. Contra el Partizani el corazón de Dwamena se detuvo.