El fútbol, el deporte en general, tiene un alto componente físico. Sin duda. Pero tampoco hay dudas del enorme componente mental que tiene. De ese factor emocional. De eso que te da la cabeza. Del 'sí puedo'. Del creer. De pensar en que todo es posible. Sí, eso es lo que parece faltarle al Barça. A un Barça que no levanta cabeza. A un equipo que ha completado una semana para olvidar, o para aprender, con un empate ante el Valencia en Mestalla.
Con un punto que de no ser por lo que llevan detrás los de Xavi podría ser hasta bueno. Campo complicado. Rival histórico. En horas bajas, pero histórico. Sin embargo, los azulgranas vienen de donde vienen. Vienen de perder 2-4 en casa ante el Girona. Vienen de ser el único equipo que en Champions League ha caído contra el Amberes.
Así que el partido contra el Valencia no era un partido más. No podía serlo. No debía serlo. Era un partido importante. Vital. Trascendental. Uno que marcaba el 'sí' del 'todavía no'. Y tras 90 minutos ha salido lo segundo.
El partido ante el Atleti, muy lejano
Ha salido el 'todavía no'. Porque no, el Barça mentalmente no está. No cree. No confía. Es como si les pesaran las piernas. Como si faltase fútbol. Como si esas sensaciones ante el Atlético, partido disputado hace escasas dos semanas, se hubiesen olvidado. Como si lo que sucedió hace tan solo 15 días fuese parte de un pasado muy, muy lejano.
No fue por falta de voluntad, porque pusieron lo que muchas veces les ha servido para ganar. Fue porque no se pudo. Porque al llegar donde no se puede fallar fallaban. Porque no había ese viento que tanta falta hace que empuje en según qué momentos. Sí, faltaba lo que parecía sobrar cuando jugaron contra el Atleti.
Hace, de nuevo repetimos, dos semanas. Dos semanas, no más. Dos derrotas, un empate. Las sensaciones, malas. Ante el Girona, completamente superados. En Bélgica, recibiendo goles prácticamente nada más sacar de centro del campo. Contra el Valencia...
Guillamón, golazo para empatar
Y eso que todo parecía ir por buen camino. Tras una primera parte en la que ni uno ni otro se imponían ni en fútbol ni en el marcador, en el segundo acto Joao Félix puso por delante a su equipo. Todo comenzó con De Jong, quien habilitó a Raphinha para que este se la pusiera en bandeja al luso. Le bastó con empujarla.
Pudieron llegar más, pues el 14 tuvo una buena ocasión para ampliar la ventaja y Gundogan y Raphinha también trataron de perforar las redes de Mamardashvili. Sin embargo, nada. Nada por parte del Barça, porque por la del Valencia fue Guillamón quien se sacó un tremendo golazo para batir a Iñaki Peña.
Sí, el empate ya lucía en el marcador. Y con él llegaron los fantasmas. Llegaron recuerdos de Girona. Recuerdos de Bélgica. Recuerdos que impidieron que esa voluntad que tenían en el verde se trasladase al luminoso. A uno que no se movió más. A uno que deja al Barça todavía sin mirar hacia adelante.
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Sin mirar hacia arriba. Por delante, Girona y Real Madrid. Se pueden ir más lejos de lo que ya están, y a pesar de estar todavía en diciembre la diferencia que el campeón ve en la tabla empieza a pesar en la cabeza. Empieza a pensar en la mente. Y eso, en fútbol, es simplemente clave.