Esto ocurre por lo que se conoce como 'Efecto Umbral' o 'Efecto Puerta'. Y es mucho más sencillo que cualquier película de Christopher Nolan.

Lo que ocurre es que cuando realizamos acciones rutinarias, a las que estamos acostumbrados, nuestro cerebro entra en piloto automático. Si estamos en el salón, nuestros recuerdos se relacionan con ese lugar. Y en el momento en que cambiamos de estancia esos recuerdos se desvanecen.

Así que, en realidad la culpa no es de la puerta, si no nuestra. Que nos distraemos fácilmente con los nuevos estímulos. Desafortunadamente, conocemos el problema, pero no el remedio, así que, mejor asumirlo.