El juez Pablo Martínez-Hombre da la razón, en parte, a los abogados del arquitecto valenciano, que iniciaron la demanda para reclamar 7,28 millones que Jovellanos XXI les debía en concepto de honorarios, tal y como recoge el diario 'La Nueva España'. 

Sin embargo, el magistrado también admite parcialmente la demanda que opusieron los abogados de la empresa asturiana, de forma que las indemnizaciones que Martínez-Hombre admite, por un valor de 10,55 millones, ofrecen un saldo a favor de Jovellanos XXI de 3.272.659,46 euros que deberá abonar Calatrava.

El magistrado rechaza buena parte de las cuestiones planteadas por Jovellanos XXI, pero admite dos cuestiones que fundamentan la cuantía de las indemnizaciones: la inversión que la promotora del Palacio tuvo que realizar para rehacer el graderío tras el accidente de agosto de 2006, descontada la parte que cubrió el seguro (lo que hace un total de 3,46 millones) y los 6,95 millones que se invirtieron en la movilidad de una cubierta que, finalmente, tuvo que dejarse fija.

Se suma, además, para llegar a los 10,55 millones, reparaciones de 140.000 euros en el muro curvo en el graderío.

Llama la atención recordar ahora la frase que Santiago Calatrava dedicó a este proyecto en su presentación. "Este una aventura en la que me había propuesto que las cosas saliesen bien", aseguró el arquitecto valenciano. Los desperfectos en el Palacio de Congresos de Oviedo le obligan al pago de estos 3,27 millones.

Entre otros fallos, Calatrava proyectó una visera móvil que finalmente se quedó fija y un graderío que ha tenido que ser reconstruido tras venirse abajo. En la sentencia, el juez dice, literalmente, que algunos de estos problemas podían haberse evitado con “un seguimiento a pie de obra”.

Este nuevo fracaso se suma al de otros en su haber como el de las torres de Valencia, que nunca llegaron a construirse y por las que cobró 15 millones. Lo mismo ocurrió con el edificio de la ópera de Palma. Le pagaron 1,2 millones sólo por la maqueta del proyecto y un vídeo del mismo.

En Murcia y en Bilbao tuvieron que cubrir con moquetas los puentes diseñador por el arquitecto valenciano porque la gente se resbalaba. Algo parecido a lo que ocurrió con el puente de Venecia, por el que la Fiscalía veneciana llegó a reclamarle hasta 3,5 millones de euros.